Ocurre demasiado a menudo
que juzgamos las obras de ficción (ya sean películas, ya sean libros) de manera
precipitada, basándonos en un solo visionado o lectura y, en muchos casos, absolutamente
convencidos de que los equivocados no somos nosotros, sino la obra... o el autor,
que para el caso es lo mismo. Ocurre también a veces que revisionamos una
película o releemos un libro y, de pronto, descubrimos que esta vez nos ha
gustado más. Aunque, sin duda, el caso más extraño se produce cuando una
película la vemos varias veces y a cada visionado encontramos pequeños detalles
que van aportándole significado hasta conformar una obra más compleja de lo que
nos había parecido en un principio.
A este tercer y selecto
club pertenece Stoker, de Park Chan Wook. Una película que me
gustó desde la primera vez que la vi, pero a la que, admito, subestimé incluso en este vuestro blog, donde la recomendaba más por su apabullante aspecto formal y
plástico que por una historia que poco me faltó para tachar de simplona y
predecible. Porque, sí, amigos, yo también caí en la estrechez de miras de
muchos críticos y espectadores que no vieron en esta película sino un remake inconfeso de la hitchcockiana La sombra de una duda. Como si
argumentalmente tuvieran lo más mínimo que ver la una con la otra, más allá de
lo obvio (y, creedme, en el caso que nos ocupa lo obvio es lo de menos). Afortunadamente, llevado por la fascinación que me provocan las imágenes de este filme,
lo he revisionado varias veces. Y entonces he empezado a hacerme
preguntas sobre esos datos aparentemente irrelevantes que salpican su metraje y
que, para mí (subrayo: para mí), le aportan un significado muchísimo más
complejo de lo que me pareció en un principio. Porque, vamos a decirlo de una
vez por todas: Stoker no solo es un
deslumbrante ejercicio de estilo; también es una historia compleja y densa que
cuenta muchas cosas a través de ese estilo, como veremos en esta entrada. Obsta
advertiros que va a estar cuajadita de spoilers,
así que si no habéis visto la peli, os invito a detener la lectura.
LA BILDUNGSROMAN
No seré el primero en
descubriros que la película de Wook (ese thriller
tan bonito pero poco original, como muchos piensan) habla del despertar
sexual y, en resumidas cuentas, del paso a la edad adulta. Porque, sí, en
cierto modo, la historia de India Stoker trata de una joven que, a lo
largo de la película, crece y pasa de ser una adolescente insegura y arisca a
una mujer hecha y derecha con gran confianza en sí misma. La propia India nos
lo anticipa en la secuencia inicial con una claridad casi pornográfica: Solo si entiendes eso puedes ser libre. Y
hacerse adulto es volverse libre. Más claro, agua. Aunque, por si nos
quedábamos con la duda, tenemos una no por obvia menos poderosa imagen: esos
zapatos de tacón alto púrpuras que le regala su tío Charlie en su décimo octavo
cumpleaños (paso a la edad adulta), y que sustituyen los zapatos bicolor más
infantiles (o más «neutros», por lo menos) que siempre le había regalado hasta
entonces.
Sea como sea, lo
relevante de todo esto es que semejante pedazo de bildungsroman se explora no mediante la consabida tragicomedia o el
drama de turno, sino bajo un inesperado envoltorio de cine de género (thriller, para más señas, aunque con un
uso del lenguaje cinematográfico que entronca con el fantástico más terrorífico).
LA FAMILIA
Pero mucho me temo que
quedarnos en eso sería quedarnos cortos, y el título de la película nos
proporciona la pista decisiva al respecto. Fijaos en que el filme no se llama India, como nuestra protagonista, sino
que toma el título de su apellido: Stoker.
No en vano, esta es la historia de toda una familia y de cómo unos erosionan,
constriñen y, en definitiva, influyen en otros para moldearlos como personas (entendido
esto de «moldear» en el mejor y en el peor sentido). Ya en la secuencia de
arranque, India nos lo deja bien clarito con su monólogo: Al igual que una flor no elige su color, no somos responsables de lo
que acabamos siendo. Al final/inicio, India admite que ella misma está
compuesta por fragmentos de otros: viste la blusa de su madre ceñida con el cinturón
de su padre… y en los pies, unos zapatos que le ha regalado su tío. Por
supuesto, estos meros objetos no son sino metáforas de cómo en una familia los
adultos influyen en los más jóvenes para ir conformándolos, y que a fin de
cuentas todo adulto es el resultado de sus relaciones con otros miembros de su
familia.
Pero esto no solo es
aplicable a India, sino también a Charlie. Y es que cuando la joven se pone por
primera vez las gafas de sol de su tío (gafas con las que, no lo olvidemos, ella
empieza a ver la realidad con «los oscuros ojos de otra persona»), desconocemos
que esas no son las gafas de Charlie, sino las de su hermano y padre de India,
a quien el otro ha asesinado.
Del mismo modo, es cierto que India «hereda» el
cinturón de su padre, pero no directamente de su progenitor, sino a través de
su tío Charlie, que se ve obligado a ponérselo porque los pantalones de Richard
(también heredados) le vienen demasiado grandes. ¿Es una casualidad que, en
manos de Charlie, el cinturón del padre de India acabe siendo un arma homicida?
Claro que no lo es. Pero ahora prefiero que os
quedéis con que las prendas y los accesorios heredados son una constante en el
filme de Wook, y que por supuesto no representan sino las características que
heredamos debido a nuestras redes de relaciones familiares. Esta noche intentaré dormir imaginándome que
te harás mayor y heredarás nuestro apellido, escribe Charlie a su sobrina
en un momento de la película. Pero ella lo tiene aún más claro que él: No hace falta ser amigos: somos familia.
RICHARD, EL GRAN DESCONOCIDO
El padre de India, esposo
de Evelyn y hermano de Richard es el gran desconocido en esta historia. Y sin
embargo, resulta ser el personaje que más me ha acabado intrigando en sucesivos
visionados, precisamente por lo poco que sabemos de él y las múltiples
conjeturas que cabe hacerse gracias a los datos que van salpimentando la
historia. La película arranca justo con su muerte, o mejor dicho, con el
anuncio de su muerte, bellamente ilustrado con la tarta del cumpleaños de
India, cuyas velas se apagan al encerrarla bajo una campana de cristal justo
antes del grito desgarrador de Evelyn al enterarse del supuesto accidente. Porque,
con las velas, no solo se apaga la vida de Richard, sino también algo dentro de
India (no en vano, es su tarta, no la de su padre).
Pero lo interesante viene
después de este melodramático comienzo. Concretamente, en la ceremonia del
entierro. Pues, aunque nosotros no somos muy conscientes en un primer
visionado, durante el servicio el cura dice constantes mentiras sobre el
difunto. La primera es que fue un marido
entregado a su esposa Evelyn, cuando la propia viuda nos deja clarísimo más
adelante que su matrimonio hacía aguas desde hacía tiempo (Tu padre y yo no siempre estuvimos distanciados). La segunda, que
fue un hombre que camina por el mundo con
franqueza, honestidad e integridad. Esto último es particularmente
sangrante cuando, como descubrimos después, Richard no dejaba de manejar
secretos y de mentir a su entorno. A India jamás le contó que tenía un tío,
pero con los demás tampoco fue mucho más sincero al decirles que
Charlie estaba no internado en un psiquiátrico, sino viajando por el mundo. Para colmo, siempre ocultó a Evelyn los auténticos motivos por
los que llevaba a India a cazar al bosque (y a saber si no le ocultaba algo
más, como expondré luego…). Así que de marido entregado y hombre franco y
honesto, nada.
Otro punto interesante, y
no menos revelador, es la reacción de los asistentes al funeral en la casa de
los Stoker después del entierro. Todos sabemos que los funerales
estadounidenses (abundantes en comida y celebración) son muy distintos al melodrama
fúnebre español, pero aun así lo que sucede en casa de los Stoker se pasa de
castaño oscuro. Los cuchicheos resultan incesantes, desde los de las criadas en
la cocina, comentando detalles morbosos sobre la muerte de Richard, hasta los de
los invitados en el salón, que parecen más expectantes por la presencia del
hermano del difunto que apenados por el interfecto. En un plano, observamos a Evelyn casi coqueteando con su cuñado y, para colmo, sosteniendo
una copa de vino que no suelta en todo el funeral de su marido. La imagen
resulta tan sórdida que asusta. Es como si la presencia del «reaparecido»
Charlie hubiera vampirizado por completo la de su «desaparecido» hermano
Richard. Quiero agradecerle sus palabras
de esta mañana, le dice Evelyn al cura. Y más le vale darle las gracias por
haber encontrado unas palabras amables que dedicarle a Richard en el funeral, porque desde luego en la casa ya casi nadie se
acuerda de él. Ni siquiera su hermano, de quien alguien dice: Es irrespetuoso que no vaya de negro al
funeral de su hermano. A mí lo que me parece irrespetuoso es que estés
cotilleando en un funeral como una alcahueta, dan ganas de soltarle. Pero mejor
no, que bastante tiene el pobre Richard con lo que tiene.
La única que parece
(subrayo: parece) tomarse la muerte de su padre algo más en serio es India,
quien no duda en restregar en la cara de todo el mundo lo frívolamente
que se están tomando el asunto, tanto en el funeral como al día siguiente. Como si le molestara acarrear ella sola todo el luto por la muerte de su padre. He
aquí unos ejemplos:
Señora McGarrick: India, ¿te ocurre algo?
India: (Con severidad, como si le pareciera demasiado evidente) Sí: mi padre ha muerto.
-----------------------
Charlie: Lo siento mucho.
India: También
lo has perdido tú.
-----------------------
Evelyn: ¿Por qué no salimos de aquí? De
compras, a comer un helado…
India: En la era
victoriana, una viuda llevaba luto durante dos años. Como mínimo.
INDIA, CHARLIE Y LA VIOLENCIA
Durante la película,
observamos en diversas ocasiones que a
India y a Charlie los conecta «algo» (su gusto por la violencia, como
descubrimos poco a poco). Nos lo anticipa, ante todo, la voz susurrante del tío en
la distancia, que lo une de forma casi extrasensorial con su sobrina durante el
entierro de Richard. Una unión que, por cierto, va a más cuando Charlie siempre
parece saber con exactitud dónde se encuentra su sobrina. Pero también hay una
conversación interesante que tiene lugar en la casa tras el funeral cuando,
rodeado por un grupo de personas, Charlie valora un jarrón de cristal: Eran parte de un juego de cuatro, pero yo
rompí uno siendo niño. Y ahora veo que, en esta casa, alguien ha debido romper
otro. Se trata de una acusación coqueta dirigida sin muchos rodeos a su
propia cuñada, quien no duda en negar la acusación y afirmar que el jarrón se
rompió al desembalar unas cajas durante la mudanza. Quizá Evelyn tenga razón… o
quizá no. Tal vez no sea tan descabellado pensar que India, esa muchacha atraída por la destrucción, que se
explota burbujitas de pus en el pie y se deleita en la cocina escuchando cómo
se quiebran las cáscaras de los huevos cocidos, que tiene una
conexión especial con su tío, hubiera roto el jarrón al igual que él en su
infancia.
Pero hay muchos más motivos visuales que subrayan una y otra vez esa conexión especial (¿genética, tal vez?).
India haciendo el «ángel de nieve» en su cama del mismo modo que el pequeño
Charlie lo hizo sobre el montón de tierra donde había enterrado a su hermano
pequeño. Charlie rehuyendo el abrazo de la directora del psiquiátrico del mismo
modo que India había rehuido antes el abrazo de su tía Gil. India probándose
las gafas de sol de su tío, curiosa por «ver el mundo con los ojos de él». El
rostro de India salpicado de la sangre de su padre durante el relato que
Charlie le hace en flashback del asesinato de Richard. Y, por si esto no fuera
suficiente, las cartas que el tío escribió y nunca le fueron entregadas a su
sobrina, donde se alcanza el mayor grado de explicitud: Siento las cosas con tanta agudeza que es casi insoportable. Y me
pregunto si también para ti la vida se ve dificultada por el hecho de que
puedes oír lo que otros no oyen, ver lo que otros no ven (…) Sé que en tu
interior te sientes algo sola porque eres la única. Pero quiero que sepas que
estoy contigo, pues compartimos la misma sangre. Esta noche intentaré dormirme
imaginándome que te harás mayor y heredarás nuestro apellido. India llora
al verse identificada con alguien que es como ella.
CHARLIE, EL DOPPLENGÄNGER
DE RICHARD
Si antes decíamos que la
presencia de Charlie en el funeral de su hermano parece haber vampirizado la
ausencia de este, podríamos afirmar que en los días posteriores la acaba borrando
de un plumazo. De hecho, Charlie se convierte en el sustituto perfecto de
Richard en casa de los Stoker, ya que tanto Evelyn como India acaban
proyectando en él la imagen que tenían del desaparecido.
En el caso de Evelyn es
evidente, pues resulta la primera en caer rendida a sus encantos. Refiriéndose
a su esposo, le dice a India mientras observa a su atractivo cuñado: Echo de menos cuando él era… joven. Pero
la cosa no queda ahí, pues durante la cena que ha cocinado Charlie esa misma
noche no duda en decir: Hubo un tiempo en
que Richard cocinaba platos así. A los pocos días de la muerte del
patriarca Stoker, su viuda ya se ha quitado el anillo de bodas, mientras toca
el piano con su cuñado. Y, por supuesto, ambos no tardan en besarse apasionadamente
bailando el Summer Wine.
El caso de India es menos obvio, más resbaladizo, pero también ella proyecta de forma más o menos clara a su
padre en Charlie, como dice de manera muy explícita la primera vez que hablan
en las escaleras de la casa: Te pareces a
mi padre. Y, es más, del mismo modo que la joven iba con su padre al bosque
a cazar animales, también acabará yendo con su tío a «cazar» personas.
Llegados a este punto, nos
conviene hacernos por fin la pregunta peliaguda, el dilema complicado de resolver:
si tanto se parece Charlie a su hermano, entendemos que Evelyn se sienta
fuertemente atraída por él… pero ¿qué pasa con India, que también se siente
atraída por su tío, como vamos viendo a lo largo de la historia? ¿Qué nos dice
esto de la relación de India con su difunto padre?
INCESTO
Admito que esta es la
parte más polémica del artículo, la más difícil de demostrar, la más (digamos)
subjetiva. Pero trataré de ilustrarla de la mejor forma y, a partir de aquí,
que cada cual decida si quedarse con mi interpretación o con otra. Como
comentaba antes, Charlie y Richard son muy parecidos físicamente, y eso es algo
que tanto Evelyn como India reconocen. Que Evelyn se sienta atraída por su
cuñado tan pronto puede resultar chocante, pero desde luego también
comprensible, pues a fin de cuentas revive la mejor imagen que conserva de
su difunto marido. Y no sé a vosotros, pero a mí que India se sienta atraída
por su tío se me antoja doblemente escandaloso, máxime cuando este se parece al
difunto padre de la chica. Es como una pulsión incestuosa por partida doble.
En la relación
India-Charlie me interesa sobre todo defender esa idea: pulsión. Porque, técnicamente,
no hay incesto. Ni siquiera sabemos con certeza si Charlie está interesado en
su sobrina a nivel sexual. Pero no cabe duda de que ella sí está sexualmente
interesada por ese «sustituto de su padre», como demuestra, primero, su
fantasía erótico-romántica al piano, y después, su masturbación en la ducha tras
el asesinato que ambos han cometido (si bien en esa masturbación se mezcla
tanto la excitación por la violencia como por haberla compartido con su tío).
Sea como sea, esto nos lleva a una pregunta inevitable: ¿qué había
entre India y su padre? India y él
estaban tan unidos…, afirman las criadas en la cocina. Una frase que, por
cierto, contrasta con notable violencia con ese Tu padre y yo no siempre estuvimos distanciados, como admite Evelyn
el día posterior al funeral. ¿Explicaría esto la rivalidad entre madre e hija?
No del todo, habida cuenta de que Evelyn sí desea una (inexistente) relación
más estrecha con su hija: Todos estos
años saliendo a cazar con él,
y todo lo que te pido es una tarde conmigo… De hecho, es India quien
mantiene una postura de clara hostilidad hacia su madre. Pero ¿por qué? ¿No es
un poco extraño que padre e hija mantengan una relación tan estrecha, al mismo
tiempo que ambos (subrayo: ambos) mantienen una relación de distanciamiento con
la madre y esposa? ¿Por qué?
Evelyn: (Hablando de su esposo) Le
enorgullecía cómo cazaba India y disecaba todo lo que ella mataba.
Charlie: (Observando pensativo el pájaro disecado) Estos viven en lo más profundo del bosque.
Son difíciles de cazar.
El diálogo que acabo de
reproducir fue el que me despertó las preguntas más serias sobre el argumento
de Stoker, al menos desde el punto de
vista del incesto (ya no como posibilidad, sino como acto consumado). Porque,
si Richard iba con India al bosque tan solo para que ella cazara y así se
desfogase dando rienda suelta a su instinto asesino, ¿realmente era necesario
internarse tanto en la espesura? ¿Por qué se adentraban hasta lo más profundo?
¿Qué pasaría si el padre de India sí tuvo con su hija (aunque solo hubiera sido
una vez) la relación incestuosa que esta no llega a mantener con su tío?
Naturalmente, me obsesioné con encontrar «pruebas» allí donde la narración
explícita no explicaba nada más, y para ello lo más práctico era ver si
detectaba en India algunas características clásicas de los adolescentes
víctimas de abusos sexuales. Y vaya si las encontré…
Rechazo del contacto físico. Evelyn afirma durante el funeral que a su hija no
le gusta que la toquen. De hecho, India no solo rehúye el contacto con su madre,
sino también con su tía Gil cuando va a abrazarla en la despedida. Incluso en
el instituto es vox pópuli que no le gusta que la toquen, como confirma el joven Whip
en los columpios (muy elocuente, por cierto, que India se halle en un entorno
infantil justo antes de seducirlo y matarlo, como subrayado de esa dualidad que
siempre hay en ella). ¿Ya no tienes miedo
a que te toquen?, dice el chico. Y sin embargo, en la foto de caza junto a su
padre, el progenitor apoya la mano en el hombro de India.
Trastornos alimentarios/Cambios en los hábitos de
comida. Uno podría pensar en la
anorexia como trastorno prototípico, pero no: la bulimia es el trastorno
alimentario por excelencia entre víctimas de abuso sexual. Y el hecho es que, aunque
sea uno de los puntos más complicados de ver en un visionado superficial de la
cinta, os aseguro que India se pone fina durante la película. Lamentará mucho
la muerte de su padre, pero desde luego no se le ha cerrado el estómago, pues la
comida es una constante en Stoker, o
al menos en la Stoker menor (por el contrario, su madre Evelyn está más
interesada en la bebida, como queda claro con esa copa de vino que sujeta con
frecuencia).
Pero volviendo a India y
su obsesión con la comida, cuando Charlie regresa de comprar helados con Evelyn,
le dice a su sobrina que ha traído uno de chocolate y uno de vainilla, y que
cuál prefiere. La joven no se posiciona, no, ella lo quiere todo: Me gustan los dos mezclados. También durante
la cena del día posterior al entierro de su padre, India devora la cena que ha
preparado su tío, quien bromea: India se
lo ha terminado todo. Casi ha lamido el plato. (Para echar tanto de menos a
su padre, el apetito no lo ha perdido). Pero resulta aún más significativo que en
la cena con tía Gin la única que realmente está comiendo (y con bastante deleite)
es India.
Sea como sea, el colmo lo encontramos
cuando, tras la opípara cena y por fin en su habitación, a India se le vuelve a abrir el
apetito mientras juega con las imágenes interiores de un libro (una ola y una
concha que, al combinarse, acaban transformadas en la imagen de un cono de
helado), de modo que… ¡termina bajando al sótano a ponerse fina con un generoso
helado de, faltaría más, dos sabores! Y sin embargo, con todo lo que come,
India mantiene la línea sin problemas aparentes. Diría que es porque hace mucho deporte,
pero tampoco se la ve particularmente deportista, como demuestra su rechazo a
ir a jugar a tenis con su madre y su tío.
Hivervigilancia, incapacidad para dormir o
relajarse. A India casi nunca la
vemos dormir. Incluso cuando está en su cama, no duerme: juega a hacer el
ángel, se tumba rodeada por sus zapatos… Solo una vez duerme, durante la
pesadilla con la araña que se le mete entre las piernas, e incluso en ese caso se
trata de un sueño desapacible que la acaba despertando. A su madre Evelyn, en
cambio, la vemos dormir como una bendita múltiples veces: el día después del
entierro de Richard (despierta a las tantas e India incluso ya le ha preparado
el café), en la siesta sobre la butaca donde India le trae el té y, cómo no, en
el desenlace a la mañana siguiente de la muerte de Charlie, cuando (¿adivináis
quién?) India decide abandonar la casa por fin. Naturalmente, sus despertares
no son bruscos, como el de su siempre despierta hija, sino de lo más plácidos.
Me gusta pensar que esos sueños apacibles de Evelyn son una forma elegante de
decirnos que está «dormida», que no se entera ni por asomo de lo que ha estado
ocurriendo entre su hija y su marido. Y
me pregunto si también para ti la vida se ve dificultada por el hecho de que
puedes oír lo que otros no oyen, ver lo que otros no ven, escribe el tío
Charlie en una de sus cartas.
Vergüenza/rechazo del propio cuerpo. Desde luego, no podemos afirmar que India vaya
vestida lo que se dice como un putón desorejado. A ver, tampoco es que vaya hecha una
camionera, y de hecho tiene su encanto (no en vano, Mia Wasikowska es una actriz muy guapa), pero imaginad estas
vestimentas en una actriz menos atractiva... Su estilo no deja de ser bastante vintage y siempre busca reducir sexualidad
y curvas: faldas a la altura de las rodillas en el mejor de los casos,
rebequitas, vestidos infantiles, camisas abotonadas hasta el cuello, zapatos planos
(en todos los sentidos), colores nada sensuales y ni pizca de maquillaje ni
accesorios. Al menos, hasta el tramo final.
Dificultad para confiar en otros/aislamiento y
rechazo de las relaciones sociales. Nuestra protagonista se muestra arisca con todo el mundo, siempre expresa recelo, no tiene amigos, no
sale con chicos y, en resumidas cuentas, solo parece sentirse cómoda estando
sola. En el rechazo a su madre mejor no abundamos.
Hostilidad/Agresividad. De la hostilidad hemos hablado arriba. De la
agresividad, incluso dejando de lado sus salidas para cazar, tenemos para
elegir: le clava un lápiz afilado a un compañero de clase, patea a otro, le
pega un tiro a su tío…
Naturalmente, muchas de
estas características podrían explicarse del modo más simple y menos enrevesado.
Es decir, uno podría concluir que India es, con todo, una adolescente; y como
tal, presenta algunas características posibles de la adolescencia. Pero cuando reflexionamos sobre todos los factores con tintes obvia o soterradamente incestuosos
que comentaba antes (factores que, por sí mismos, tienen difícil explicación
dentro de una personalidad arquetípica adolescente) y vemos lo bien que encaja
todo en un caso de abusos sexuales…
Por otro lado, quizá
podamos pensar también: ¿y por qué nunca se nos presenta ninguna escena donde
se pongan de manifiesto claramente esos abusos? Tal vez por el mismo motivo por
el que jamás se nos habla de forma fría y técnica, sino más bien metafórica e
incluso poética, del instinto asesino que corre por las venas de tío y sobrina.
No olvidemos que, más allá del thriller simplón que se nos ha querido vender, Stoker es una película cargada de
significados, sobreentendidos, subjetividad y enigmas. Y, sin duda alguna, el
mayor enigma es esa India a través de cuyos ojos lo observamos todo. Ojos que, no
lo olvidemos, ven lo que otros no pueden ver (¿porque no quieren?, ¿porque no
saben?). Como ocurre con las víctimas de abusos sexuales, debido a
su experiencia particular y secreta, India se siente sola e
incapaz de compartir absolutamente con nadie lo que le ocurre. Su tío lo explica muy bien en las cartas que tanto llegan a emocionarla cuando al fin las descubre: Y me pregunto si también para ti la vida se
ve dificultada por el hecho de que puedes oír lo que otros no oyen, ver lo que
otros no ven (…) Sé que en tu interior te sientes algo sola porque eres la
única.
LAS DOS INDIAS
Como acabamos de
comentar, India es quizá el gran enigma de la película. Pero justo gracias a
ese carácter enigmático podemos explicar (o, al menos, conjeturar con cierta
base) los cabos sueltos más peliagudos del filme. No en vano, ¿cómo podemos
hablar de cabos sueltos en un personaje cuyo rasgo más definitorio es la
dualidad? Dualidad que queda expresada desde el principio con elementos que
apuntan a lo bipolar (sus zapatos bicolor, el helado de dos sabores, la pieza
para dos al piano, la imagen de India duplicada en la estatua de piedra del
jardín, medio rostro —solo medio— de la joven manchado por la sangre de su tío,
la pistola de plástico de Charlie frente a la pistola de verdad de Richard) e imágenes
que apuntan a un contraste intensamente poético entre belleza y abyección (las
flores salpicadas de sangre, el lápiz manchado también de sangre, la burbuja del
pie reventada en un entorno idílico, la araña correteando por un impoluto suelo
de parqué).
Tras la muerte/asesinato
de su padre, India comienza la película en la cama, encerrada en esa jaula
conformada por sus diecisiete pares de zapatos bicolores, idénticos y permanentemente
infantiles, que la mantienen cautiva en un mundo que los demás han diseñado
para ella. Un mundo donde no puede permitirse el lujo de ser quien en realidad
es. Incluso en la búsqueda de su regalo de cumpleaños, la mantienen atrapada en
un juego que le impide pasar a la vida adulta (adulta con todo lo que ello
implica, por supuesto: sexo con otros, violencia incontrolada, reglas
autoimpuestas…). Será su tío Charlie quien la ayude a romper convenciones
sociales, a alcanzar esa libertad de la que ella habla al principio. ¿Sabes por qué te sientes en desventaja
ahora? Porque estás más abajo que yo, le revela Charlie, para rematarlo al
final de la escena diciendo: En unos
sesenta segundos tu madre te dirá que me quedaré una temporada, pero quiero que
tú también tomes parte en esa decisión. No es de extrañar que, tras
el «adoctrinamiento» de su tío, India termine la película no solo liberada de su
jaula de zapatos infantiles, sino calzando nada menos que unos zapatos de tacón alto
rojos.
Aun así, algo nos
indica que India nunca llega a ser libre del todo, como connotan sus constantes
contradicciones:
1) Todos dicen que India
amaba mucho a su padre, pero lo que su muerte parece haber dejado en ella es más
malestar y sopor que tristeza propiamente dicha: sigue retando a Evelyn, se
deja fascinar por Charlie, no para de comer y lee aburrida a todas horas. Es
más, la primera vez que vemos llorar a India no es por su padre, sino por
arrepentimiento, cuando se está duchando tras el asesinato de su compañero de
clase… y todo ello, por cierto, justo antes de que acabe masturbándose. Juego
de dualidades, una vez más.
2) Tras descubrir que
Charlie mató a papá, India da un sonoro bofetón a su tío. Esto podría
indicarnos de forma inequívoca que, después de todo, la joven sí amaba a su
padre tanto como todos decían. De no ser, claro, porque la muchacha acaba no
solo perdonando a su tío, sino incluso planteándose ir a vivir con él. ¿De
verdad amaba tanto a su padre?
3) India se pasa más de
media película recelando de su tío, pero termina dejándose seducir por él… para
al fin matarlo y así salvar a su madre (a la que, como hemos dicho, no
soportaba en toda la película). Una dualidad detrás de otra.
Ahora bien, llegados al desenlace
nos surge dos preguntas esenciales. La primera: ¿alguna vez tuvo India realmente instintos asesinos o tan solo los desarrolló por culpa de su padre, que la llevó a cazar de forma sistemática para evitar así ese mal mayor que creyó ver en ella? Quizá nos proporcione cierta pista (o no) que el arma homicida que usa Charlie para todos sus asesinatos sea nada menos que el cinturón del padre de India.
Respecto a la segunda pregunta, y quizá más importante: ¿qué ocurre con nuestra protagonista después de la muerte de Charlie? ¿Logra ser «independiente» tras haber acabado con su alma gemela?, ¿logra ser al fin «libre» tras haber acabado con la sombra de su padre? Podríamos pensar que nada ha cambiado del todo, quizá. Que la dualidad siempre va a estar presente, como connota el primer plano de esa media cara manchada de la sangre de su tío. Como connotan, de hecho, todas esas prendas (falda, cinturón, zapatos) que ha heredado de sus familiares y que, entendemos, van a seguir formando parte de sí misma. Tal vez ahora más que nunca. A fin de cuentas, ella es quien es gracias a y por culpa de ellos.
Respecto a la segunda pregunta, y quizá más importante: ¿qué ocurre con nuestra protagonista después de la muerte de Charlie? ¿Logra ser «independiente» tras haber acabado con su alma gemela?, ¿logra ser al fin «libre» tras haber acabado con la sombra de su padre? Podríamos pensar que nada ha cambiado del todo, quizá. Que la dualidad siempre va a estar presente, como connota el primer plano de esa media cara manchada de la sangre de su tío. Como connotan, de hecho, todas esas prendas (falda, cinturón, zapatos) que ha heredado de sus familiares y que, entendemos, van a seguir formando parte de sí misma. Tal vez ahora más que nunca. A fin de cuentas, ella es quien es gracias a y por culpa de ellos.