lunes, 31 de enero de 2011

PRESENTACIÓN DE "TABERNA ESPECTRAL" EN LA LIBRERÍA FUENTETAJA

Mira que estábais avisados y bien avisados. Me refiero a la presentación que de la antología Taberna espectral iba a haber este sábado pasado en la librería madrileña Fuentetaja, con motivo del Primer Encuentro Nacional de "Anika entre libros". Y lo que os perdisteis aquellos que no vinisteis, no es por nada. Posiblemente, lo único que empañó un poco el acto, para mi gusto, fue que dio comienzo con un retraso muy spanish de más de una hora. Una pena, pero bueno, se hace uno cargo porque era la primera vez que se organizaba el evento y estas cosas pueden pasar. El caso es que a las 22:00 empezó el pasaje del terror que debería haber comenzado a las 20:45, y que consistía en una gótica dama de llaves de las tinieblas guiándonos por las escaleras que descendían hasta el sótano de la librería, donde se creó un entorno casi digno de Poe, con sus velas y sus telas de araña, sin olvidar sus correspondientes sustos incorporados por el camino, jalonado de seres de ultratumba (entre ellos, la niña de The ring, ahí es nada). Después, el ama de llaves buscó a los autores que íbamos a presentar el libro y nos guió hasta la mesa que presidía el lugar.


Como todos sabréis ya, Taberna espectral es una antología que consta de quince historias de fantasmas, todas ellas escritas por miembros de Nocte, la asociación española de escritores de terror, y editada en diciembre pasado por 23 Escalones. El maestro de ceremonias fue nuestro compañero Rubén Sánchez Trigos, quien, pese a no haber participado esta vez en la antología, es un experto en literatura de terror, así como un gran ponente (me quedo con la boca abierta oyéndole hablar... qué envidia). Tras hablar un poco de lo fácil que le resultaba presentar un libro "que se presenta solo" (aunque os digo yo que un libro nunca se presenta solo tan fantásticamente como lo hizo él), comentó la variedad de historias recopiladas, todas las cuales conforman una visión poliédrica de la figura del fantasma, a veces jugando a romper convenciones y otras a conseguir la complicidad del lector mostrándolas. Después, pasó a referirse a cierto elemento común que vio en buena parte de las historias, esto es, la presencia de la infancia... lo cual le sirvió para redirigir la charla hacia el primer relato escrito por uno de los presentes. En concreto, por Nuria C. Botey, otra oradora virtuosa, que nos contó de forma espléndida cuánto había de autobiográfico en su relato Marcas de luna (aunque os digo yo que el relato tiene aún más de biográfico o personal de lo que ella contó, y precisamente por ello es uno de los que más me ha emocionado, además de por su indudable calidad literaria). Tras Nuria, la charla se movió hacia Miguel Aguerralde, autor de otro de los relatos que más me han gustado, Himeko, una especie de relectura del cuento Barbazul ambientada en el Japón feudal, de la que se alabó mucho su cuidadísima ambientación, así como la imaginería macabra lograda con algunas de sus escenas (de las más aterradoras de la antología, puedo decir).

Llegado el turno de servidor, que había estado tranquilísimo todo el día y de pronto se puso como un flan, Rubén se refirió a mi relato Una habitación sin reflejos como uno de los que le habían parecido más puramente terroríficos de la antología. Alabó el modo con que había logrado dar un giro a la idea habitual de los fantasmas y me preguntó un poco cómo se me había ocurrido. Así que aproveché para comentar que, aunque los relatos de fantasmas nunca han sido algo que me apasionara, enfoqué la oportunidad como un reto, en el que me planteé qué podía aportar yo de novedoso (o, sin querer ser tan atrevido como para eso, al menos de "personal"). La idea era evitar algunos de los tópicos más habituales dentro de este sub-género, y así es como concebí unos fantasmas que ni son almas en pena en busca de descanso ni tampoco almas en pena en busca de venganza, sino simplemente almas profundamente malignas, cuya sed de mal consigue sobrevivir incluso a la muerte de los cuerpos. Un punto curioso, en el que yo ni siquiera había pensado, me lo señaló Rubén (hay que ver qué ojo tiene este chico...): la idea de una infancia no con amigos invisibles, sino con enemigos invisibles. Muy interesante, la verdad...

Por fin llegó el turno de Ángel Villán, el último autor presente, que se me unió un poco en eso de no ser muy aficionado a las historias de fantasmas y contemplar esta oportunidad como un reto para comprobar qué era capaz de escribir, en ese sentido. Comentó que estuvo pensando en qué tópicos rehuir también, de modo que se decantó por (más o menos voy a citar sus palabras) "hacer lo que mejor sé hacer: putear a mis personajes". Como resultado, su relato Asuntos pendientes, una historia de fantasmas en la guerra, con un twist final que Rubén subrayó.

Tras las presentaciones individuales, se destacaron los relatos de David Jasso (El viento del olvido) y Emilio Bueso (Barrer, quizá soñar) como dos particularmente brillantes, dentro de una antología de no poca calidad en líneas generales. A mí se me quedó en el tintero señalar Sombra de Miguel Puente Molins como uno de los más escalofriantes e insólitos (no en vano, es el único cuyo fantasma no pertenece a una persona muerta, sino a un animal muerto). Y ya para finalizar, un rápido repaso a los fantasmas que más nos han impresionado desde siempre. Mi aportación fueron Otra vuelta de tuerca de Henry James y el film El sexto sentido. Rubén se decantó por la película Al final de la escalera (todos suscribimos su mención) y Nuria por el libro El fantasma de Canterville de Oscar Wilde (qué recuerdos me trajo de la infancia... y de lo triste que me parecía este libro, que por lo que veo no soy el único al que le ocurría).

Como final de acto: ruegos y preguntas, sorteo de libros a cargo de nuestras terroríficas anfitrionas (creo que prácticamente todo el mundo se llevó algún ejemplar), firmas por parte de los autores presentes y picoteo en la sala contigua. Más tarde, sesión de cuentacuentos, con lectura a cargo de Nuria y anécdotas paranormales de Anika y otras más. Eso os perdisteis, que lo sepáis. :-)


En la mesa, de izquierda a derecha: Javier Quevedo Puchal (servidor), Miguel Aguerralde, Nuria C. Botey, Rubén Sánchez Trigos y Ángel Villán.


jueves, 27 de enero de 2011

EL CISNE NEGRO: LOS INFIERNOS DE LA PERFECCIÓN

Pocos pondrán en duda que Darren Aronofsky es uno de los cineastas americanos más potentes y visualmente dotados de los últimos años. Con una filmografía relativamente escueta, ha tenido ocasión de demostrarnos ya en varias ocasiones que no es precisamente un artista convencional. Ahí tenemos, por ejemplo, su opera prima Pi, un ya clásico del cine moderno como es Réquiem por un sueño o la algo más incomprendida La fuente de la vida (lo siento, no soy demasiado fan de El luchador, pese a que seguramente es la más popular y premiada de las cuatro). No diré que con El cisne negro Aronofsky confirma su talento, pues este está más que confirmado, pero sí que pone una baldosa de oro en una carrera que está dando de sí todo lo que prometía y más.


En cierto modo, El cisne negro es una de esas raras películas que ponen a uno en evidencia a la hora de elaborar una crítica, convirtiéndose en una especie de espejo que refleja las carencias del crítico exactamente en la misma medida en que este intenta reflejar las de la película criticada. Un juego retorcido y tremendamente inteligente, sin duda. Y es que resulta de lo más fácil reducir la esencia de la película a una simple ecuación matemática, muy al estilo de los ejecutivos de Hollywood: Showgirls + La Mosca + David Lynch = El cisne negro. Y se queda uno más ancho que largo, mientras la película lo mira un poco de reojo como diciendo: "¿Y ya está? ¿Eso es todo de lo que eres capaz?" Porque, sí, es cierto que tal vez sobre papel, limitándonos a leer el guión original, el regusto que se nos quede es a déjà-vu, a una ecuación matemática que quiere dar como resultado algo distinto. Sin embargo, hay que ver las imágenes y escuchar los sonidos, en resumen, hay que enfrentarse a la traslación de papel a película viva para comprobar que no es que se pretenda conseguir algo distinto: es que se consigue. Y claro, a partir de ese momento, la ecuación matemática deja autómaticamente de ser válida.

Porque si una cosa es particularmente cierta de esta película es que gran parte de su poder de fascinación está en Aronofsky. Es asombroso cómo con su barita mágica logra hacer que las imágenes cobren vida, palpiten y nos estremezcan con una fuerza sobrecogedora. No sólo por el modo con que siempre acierta a la hora de tomar planos, sino por el uso de la banda sonora (fabulosa creación de Clint Mansell, indispensable para sumergirnos tanto en la historia como en los volubles estados de ánimo de la protagonista), esa puesta en escena de lo más acertada, los juegos de luces, el brillante juego con la post-producción (esos efectos de sonido tan sutiles, esa especie de aliento que emerge del pintalabios de Beth cuando Nina lo abre, esos gruñidos gorgoteantes que subrayan el vislumbramiento del "cisne negro" que hay en Beth y que, más adelante, tendrán su rima sonora en Nina)... y, por supuesto, una dirección de actores que sólo puede calificarse de virtuosa. Desde ese Vincent Cassel que exuda sexo decadente cada vez que aparece, hasta una Mila Kunis sencillamente hipnótica, pasando por una Barbara Hershey que logra convertirse en la encarnación perfecta de la madre castradora y dominante o, ¡sorpresa!, la olvidada Winona Ryder, que con tres apariciones mal contadas demuestra que no hay papeles pequeños, sino grandes actrices.


Sin embargo, como ya habréis leído y oído constantemente, si hay alguien que se roba la función en este plano, ésa es Natalie Portman. Su trabajo alcanza precisamente la perfección que persigue su Nina, logrando algo tan complicado como desdibujarse por completo como actriz y dejar tras de si sólo el personaje. Son tantas las metamorfosis por las que pasa (y no me refiero sólo a las físicas), tantos lo estados de ánimo que refleja y los registros que explora, que como espectadores no podemos sino sentirnos agradecidos por semejante regalazo. Y lo mejor de todo, repito: a quien vemos en todas y cada una de las escenas no es a Natalie, sino a Nina. Una Nina poliédrica, que pasa de la inseguridad a la firmeza, del rechazo a la aceptación, de la fragilidad a la fortaleza, del abandono a la lucha, de la contención a la demencia más absoluta, de inspirar compasión a inspirar miedo... Más que un bombón de papel, un bombón de interpretación. Estoy convencido (una vez más) que, sobre el guión escrito, el rol no tenía la mitad de fuerza.


En resumen, una película fascinante que no hay que perderse, por mucho que nos gusten las matemáticas y las formulitas. Un cuento de hadas oscuro, oscurísimo, relectura libre de El lago de los cisnes que se adentra sin remilgos en el terreno del horror para hablarnos sobre la ambición desmedida, la locura, la represión sexual y, por encima de todo ello, la obsesión enfermiza por alcanzar la perfección... incluso a costa de perdernos nosotros mismos por el camino.

NOTA: Un poco off-topic, os comento que el próximo sábado 21:00 en Librería Fuentetaja, Madrid, a las 21:00h tiene lugar la presentación del libro "Taberna Espectral "(VVAA) de la editorial 23 Escalones, de la mano de Nuria C. Botey, Rubén Sánchez Trigos y un servidor. A las 21:30h, Sorteo de libros. Y a las 21:45h La Noche de Kruela: Presentación de la web La Casa de Kruela, y cuentacuentos de terror. Con la participación de Nuria C. Botey.


lunes, 24 de enero de 2011

DE CISNES NEGROS Y OTROS HORRORES NO ACADÉMICOS


El estreno esta semana de Cisne negro, la última marcianada de Aronofsky (a la que es posible que dedique algún post exclusivo en breve), me parece una ocasión inmejorable para recordar que no siempre hay que echar mano de psicópatas, monstruos canónicos y víctimas adolescentes para crear una buena película de terror. De hecho, algunas de las películas que más miedo me han dado, o que (si se quiere) más me han perturbado, calándome mucho más que una de fantasmas o zombis, se salen bastante por la tangente en lo que a resortes genéricos se refiere... y algunas de ellas, de hecho, ni siquiera serían consideradas como "cine de terror" por muchos. Este podría ser el caso de Cisne negro, brillante film que nos relata el descenso a los infiernos personales de una bailarina obsesionada con alcanzar la perfección en su trabajo. Sin embargo, se me ocurren más ejemplos...


Sin duda una de las películas más incómodas de los últimos años, Irreversible se ha hecho popular sobre todo por la célebre secuencia de la violación a tiempo real en el paso subterráneo. A mi entender, sólo esa escena ya supera ampliamente los horrores de un par de docenas de films de zombis o vampiros, convirtiéndose en la recreación perfecta de la peor de las pesadillas. Sin embargo, Irreversible es mucho más: toda una tesis en torno a la violencia, la venganza y el viaje sin retorno que estas implican siempre.


Recuerdo que esta película la vi de adolescente y me inquietó lo indecible, sin acertar a especificar por qué motivos exactamente, ya que nunca la habría clasificado como "de terror". Y sin embargo, lo es. Mucho. La historia nos habla de un joven misterioso, fascinado con un viejo nazi pederasta que está confinado tras un pulmón de acero... En fin, ¿para qué contaros más? Una obra maestra de Agustí Villaronga, de visionado obligatorio para todo aquél que sabe que los peores monstruos no siempre beben sangre humana ni salen de las tumbas.


Curiosamente, el film de Aronofsky que abre este post debe bastante a Repulsión, el clásico de Roman Polanski protagonizado por una inolvidable Catherine Deneuve, aquí como la encarnación perfecta de una mujer a la que acaban superando sus miedos sexuales y el caso agudo de frigidez que padece. Una pesadilla llena de hallazgos visuales, un viaje al centro de las obsesiones personales (en este caso, a la repulsión física que la protagonista siente hacia los hombres) y que desemboca en un final inolvidable.


Prácticamente, cualquier film de David Lynch habría sido perfecto para aparecer en esta lista. Pero me decanto por INLAND EMPIRE a modo de reivindicación, por ser posiblemente su obra más incomprendida (con el permiso de Dune) y, sin embargo, una de las más inquietantes. Pocas veces la narrativa lynchiana ha alcanzado tal grado de perfección de forma y fondo en lo que a plasmar un estado alterado de mente se refiere. La historia: el remake hollywoodiense de una película polaca maldita e inacabada, a su vez basada en una leyenda gitana, acabará afectando a sus actores protagonistas, que verán como sus identidades reales se disuelven y confunden con las encarnadas en la ficción... ¿o era al revés? En fin, un film sólo apto para fans muy fans.


Suelto una pequeña primicia: la alucinante Dans ma peau, de Marina De Van, ha sido una pieza clave en la construcción de mi tercera novela (que saldrá en breve, ya os avisaré). Mientras tanto, os anticipo que pocas, muy pocas veces una historia me ha dejado tan tocado, tan confundido y conmocionado, como esta lo hizo. Un relato sin concesiones, francamente claustrofóbico, en torno a la obsesión de una mujer por su propio cuerpo (y, sobre todo, por sus interioridades). Una historia sangrienta y visceral... pero sin asesinatos ni sustos de ningún tipo. Una pesadilla que habla de la automutilación casi en términos de historia de amor enfermiza.


Y hablando de amores enfermizos: por último, pero tal vez erigida en número uno de la lista, Te doy mis ojos. Estoy plenamente convencido de que nadie etiquetaría este film como "de terror". Más bien drama social, cine de denuncia... y sin embargo, hace poco la revisioné y me quedé con la sensación de que es una de las historias más escalofriantes que conozco. Ya cuando la vi por primera vez en el cine, me dejó poco menos que estupefacto. Ahora, sin embargo, no me despeino a la hora de afirmar que es una de las experiencias más aterradoras que se pueden vivir ante una pantalla. Desde ese arranque in media res, con la mujer maltratada huyendo de su marido en mitad de la noche, hasta el espeluznante final en la terraza (el único momento en el que el maltrato se manifiesta de manera más bien explícita, y pese a ello sin recurrir a la violencia física), la película es una tesis simplemente brillante sobre uno de los grandes problemas de nuestro país. De tensión latente, pero in crescendo, pocos films sobre psicópatas chitarían a esta película en lo que a transmitir horror y hondura psicológica se refiere.

lunes, 17 de enero de 2011

RESEÑA DE "LIBROS DE SANGRE" DE CLIVE BARKER, EN LA REVISTA "ULTRATUMBA"

Si es que me lían, si es que me lían... ¿Por qué? Pues porque resulta que mi amigo y colega de Odisea Editorial, Javier Hercé, que es muy emprendedor, se ha lanzado a sacar una revista online dedicada al fantaterror gratuita y mensual, titulada Ultratumba. Si hacéis click en el enlace adjunto, podréis acceder al primer número (enero 2011). Como veréis, tiene una maquetación muy cuidada y unos contenidos de lo más interesantes. Por lo que a mí respecta, mi colaboración es doble: por un lado, la cesión de un relato titulado Sombras, y por otro, una pequeña reseña que me pide que dedique a uno de mis libros favoritos de género. La decisión no puede sorprender a casi nadie. Y el caso es que como he tenido un poco abandonado esto, con el tema de las vacaciones navideñas y algunas cosillas pendientes que en breve fructificarán, pues os casco este post en el que transcribo esa pequeña reseña. De todos modos, os aconsejo que le echéis un vistazo al nº 1 de Ultratumba (en breve, el 2), y que os hagáis fans en facebook y en lo que se tercie. No os arrepentiréis.


"Siempre que me veo forzado a tener que elegir mi obra favorita en un terreno concreto (ya sea en cine, literatura, música…), me embarga una sensación contradictoria. Por un lado, siento satisfacción ante esa tentación un tanto peregrina y, por qué no decirlo, ingenua, de sentar cátedra, aunque sea a escala doméstica. Por otro lado, lo que siento es más bien un pequeño desasosiego ante la certeza de que toda selección se verá siempre abocada a la injusticia, a la inexactitud. Y es que, ¿cómo es posible elegir algo sin desfavorecer necesariamente todo lo demás? Un dilema, sin duda.

En cualquier caso, me pide mi amigo y colega Javier Hercé que elabore una pequeña reseña de mi obra literaria favorita dentro del género de terror… y, de nuevo, me embarga la sensación contradictoria que comentaba antes. ¿Hablo del Drácula de Bram Stoker? ¿Pero no dejaría eso fuera los Cuentos de Edgar Allan Poe? ¿Qué tal el grueso literario del gran H.P. Lovecraft? ¿O por qué no algo más “pequeño”, una leyenda como El Miserere de Gustavo Adolfo Bécquer? Por otro lado, ¿y si me decanto por algo más moderno, como la antología Bebés jugando con cuchillos, de Santiago Eximeno?

Así que, finalmente, resignado a que la selección siempre va a ser injusta, me decanto por el menor grado de injusticia posible: el maestro Clive Barker. Sí, es posible que se trate de una decisión tomada sobre todo desde factores personales, desde el cariño, pero no menos desde el rigor. A fin de cuentas, ¿no fue él quien renovó por completo el género en los 80, dándole un rigor y una dignidad como no se veía en mucho tiempo, gracias a sus célebres Libros de Sangre? ¿No es esta obra, sin duda alguna, una de las que más me ha influido e inspirado?

Probablemente, muchos de vosotros conoceréis la famosa frase que dijo Stephen King cuando Libros de sangre salió al mercado: “He visto el futuro del terror y su nombre es Clive Barker”. Qué pocas veces un simple halago ha dado cuenta de la realidad de un modo tan exacto. Y es que podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que muy pocos autores contemporáneos (por no decir ninguno, ni siquiera King) han tenido una repercusión e influencia tan notoria en lo que a la renovación del género se refiere. A este respecto, hay que aclarar que Libros de sangre es una antología de relatos de terror, originalmente dividida en seis volúmenes, y posteriormente condensada en tres, que fuerza los límites no sólo de la imaginación prodigiosa de Barker, sino de una prosa exquisita que nada tiene que envidiar a cualquier otra obra no-de-género.

Todo tiene cabida en esta pieza monumental: desde relatos francamente escalofriantes como El libro de sangre, que da título a la antología (y también una dimensión completamente nueva a la denominación “historia de fantasmas”), hasta piezas algo más humorísticas y delirantes como El charlatán y Jack. Desde cuentos netamente barkerianos, carnales y casi psicodélicos, de una densidad erótica perturbadora como Jacqueline Ess: últimas voluntades y testamento hasta pesadillas de una penetración psicológica tan certera como Hijo del celuloide. Desde historias tan violentas y viscerales como Rex Cabezacruda hasta otras tan inclasificables y oscuras como La madonna. Eso por no mencionar mi favorita: En las colinas, las ciudades, una pieza de una belleza sobrecogedora, tan cruel como triste, profundamente violenta y poética a la vez… sin duda alguna, un relato que merecería aparecer en toda antología medianamente seria que se precie, sea esta o no de terror.

En fin, no puedo despedirme sino con lo obvio: recomendándoos encarecidamente que leáis esta joya del terror y, por qué no, de la literatura en general. Una obra inevitablemente heterogénea, como al fin y al cabo lo es toda antología, pero a la vez revestida por esa capa aglutinadora que le da homogeneidad y que no es otra que la pluma exquisita de Barker. Tanto si os acercáis a ella como lectores como si lo hacéis como escritores, no os arrepentiréis, pues encontraréis algo más que entretenimiento puro y duro. Una colección indispensable, que actualmente podéis encontrar traducida al castellano en una edición bastante cuidada, dividida en cuatro volúmenes, a cargo de La Factoría de Ideas."