martes, 13 de marzo de 2012

9ª muestra Syfy de cine fantástico: Cómputo

Uno de los principales obstáculos con los que se topa el género fantástico en nuestro país es la disparidad en cuanto a su difusión. Es decir: o hay mucha visibilidad o no la hay en absoluto. De ahí que podamos consumir sin problemas casi cualquier propuesta siempre y cuando no se salga del mainstream impuesto por Hollywood con sus grandes presupuestos y sus grandes estrellas (o impuesto por los grandes sellos editoriales)... y de ahí que resulte casi imposible disfrutar de otras propuestas. En muchos casos, por simple desconocimiento; en otros, por eso y por falta de distribución. Con semejante panorama, hay que reconocer el valor que tienen determinados festivales de género como el festival de Sitges, pues gracias a ellos podemos acceder a productos que, si tuviéramos que esperar a que las siempre lentas (cuando no estancadas) aguas de la distribución siguieran su cauce, jamás conoceríamos. Por eso nos acercamos el fin de semana pasado al cine Callao de Madrid, para disfrutar de lo que la 9ª muestra Syfy de cine fantástico nos podía ofrecer...

... y si algo quedó claro es que Sitges solo hay uno. De la muestra Syfy habría que destacar sobre todo las buenas intenciones, que desde luego me parecen de lo más loables, pero me temo que los puntos negativos pesan demasiado, aunque en el fondo se reduzcan a dos: por un lado, una programación insuficiente e incluso pobre (algunas películas llegan a ser de 2010 y otras se pueden encontrar fácilmente en la red o incluso a la venta en Amazon); por otro, determinados asistentes ruidosos y molestos que con su actitud dejan al descubierto no necesariamente la naturaleza de la muestra, sino aquello en lo que parece ser que se ha convertido. ¿Y en qué se ha convertido? No tanto en un evento para amantes del cine fantástico en general como para madrileños que ven una forma barata de pasar el fin de semana. Por supuesto, esto degenera en demasiadas sesiones espontáneamente golfas con independencia de la hora y de la calidad de la película... o dicho en otras palabras: demasiados niñatos maleducados de veintitantos o de treintaypocos. Y aunque un amigo me dijo que otros años han sido mucho peores, yo tengo claro que, por mí parte, no vuelvo a pisar la muestra si puedo evitarlo (a no ser que la peli que vaya a ver sea de acción descerebrada o de comedia bestia, claro). En todo caso, os comento un poco lo que hemos podido ver...


La última película de Pixar se me antoja una aventura con demasiadas concesiones a todo el mundo como para llegar a alcanzar una entidad propia. Confieso que no he leído nada del héroe creado por Edgar Rice Burroughs, pero ese perrito faldero extraterrestre me parece a mí demasiado marca Disney como para que creas que han sido respetuosos con el material original. Guión deslavazado, personajes mal construidos, actores sin carisma y una historia que no engancha. ¿Qué nos queda? Lo mismo que en todas las películas de Hollywood desde hace demasiados años: 3D y unos efectos especiales fastuosos. ¿Alguien da menos?


Stake Land (algo así como La tierra de las estacas) se vende como un thriller posapocalíptico con vampiros. ¿Tiene thriller? Más o menos. ¿Tiene posapocalipsis? Más o menos. ¿Tiene vampiros? No: tiene zombis. Me da igual que digan que son chupasangres, porque esa panda de muertos descerebrados que se abalanzan sobre los humanos como si fueran a devorarlos en vez de a beber su sangre en mi tierra se llaman "zombis". Aunque, para hacer honor a la verdad, diré que sí sale un vampiro de verdad bien avanzado el metraje. No es una gran película, y de hecho no ofrece nada particularmente novedoso, pero tampoco duele verla.


Hobo with a shotgun (algo así como Mendigo con una escopeta) fue quizá la película que más disfruté de todas. Siguiendo la estela de Machete, se trata de un tráiler falso al estilo grindhouse que han alargado hasta convertir en un largometraje. Una historia ¿futurista?, descerebrada y absurda, sobre un mendigo que dedide tomarse la justicia por su mano en un pueblo podrido de corrupción hasta la médula. Violencia gratuita, humor negro y acción cafre para una película protagonizada por Rutger Hauer, que me recordó un poco a determinadas propuestas ochenteras como Curso del 84.



Esta sesión estuvo cuajadita de niños y la verdad es que no se equivocaron, porque Lorax es una historia bastante infantil con mensaje ecologista dirigida yo diría que casi de forma exclusiva a los más pequeños de la casa (nada que ver con ciertas películas de Pixar). Lo mejor, que el 3D está bastante aprovechado. Lo peor, unas canciones que, aunque pocas, presentan una calidad a mi parecer más bien dudosa.



La buena de Leticia Dolera (presentadora, por cierto, que empezó con cierta timidez y acabó el festival siendo la reina del mambo zombi) nos vendió The Prodigies como la producción de animación europea más cara de los últimos años. A mí lo de las cifras estas locas de producción me impresiona más bien poco, con franqueza, pero puedo decir que después de acostumbrarme a unos gráficos con demasiado estilo de videojuego, disfruté bastante de una película de acción futurista y "comiquera" que, si bien no tiene un ritmo particularmente fluido, se deja ver bastante bien.


Esta no la descubrimos en la muestra, pues en realidad ya la habíamos visto hace tiempo y no nos volvió lo que se dice locos de pasión, precisamente. De hecho, como no soy demasiado dado a hablar de lo que no me gusta, ni siquiera le hice una reseña en su día. Pero hoy la comento por encima, ya que viene al caso. Atrocious es una producción española que se enmarca en el subgénero del found footage (metraje encontrado) al estilo de El proyecto de la bruja de Blair. El problema es que este subgénero tiende a la monotonía a base de repetir esquemas y, a no ser que uno tenga el talento de Balagueró y Plaza para hacer un (REC), pasa lo que pasa con Atrocious: que la historia fluye forzada y sin ganas, hasta desembocar en un desenlace decepcionante en este caso. Por no ser mala persona, diré que tiene algunas escenas que consiguen dar mal rollo... pero pocas.


Por cierto, lo mismo ocurre con Apollo 18, otra de found footage, solo que esta vez con más medios y talento, amén de mejores resultados argumentales (aunque esto último tampoco tiene tanto mérito, pues aunque cuenta con un par de buenas ideas, es predecible hasta decir basta).


Ti West debería enviarles un jamón por Navidad todos los años tanto a Sara Paxton como a Pat Healy, pues al fin y al cabo son ellos dos los únicos que evitaron que me levantara y saliera de la sala (y estoy convencido de que no fui el único a quien le pasó). Y es que The Innkeepers es una película que adolece de un gran problema de indefinición, donde no sabes si estás viendo un ejercicio de nostalgia ochentera, una comedia fantasmagórica o una película de terror sobrenatural que no acaba de arrancar. Al final, queda claro que es un poco todo y nada a la vez. Lo mejor, aparte de sus dos protagonistas, ese desenlace que crispa los nervios. Lo peor, me temo que todo lo demás.


La película que sirvió para clausurar la muestra fue Lobos de Arga, una comedia gamberra licantrópica que da exactamente lo que promete... y que quizá tenga en ello su gran problema (aparte de algunos actores que no sé si hablaban demasiado rápido, no vocalizaban bien o ya estaba yo un poco cansado). Como decía, me parece que su gran problema es que no da ni más ni menos de lo que promete. ¿Es eso realmente un problema? Sí cuando uno se ha encontrado con películas de intenciones similares como Sexykiller, más juguetonas e ingeniosas y menos acomodadas. En todo caso, se deja ver y entretiene bastante.


También vimos las reposiciones respectivas de Ultimátum a la Tierra y El planeta de los simios, pero de estas se ha hablado ya tanto que poco más puedo decir ahora mismo. En cuanto a The Woman, tal vez lo mejor del festival, no la vimos en la muestra porque ya lo habíamos hecho meses atrás en Bluray (con su reseña correspondiente).