martes, 27 de julio de 2010

Y EL DIABLO CREÓ A LA MUJER...


Ya lo decía Bárbara (Macarena Gómez), la protagonista de la hilarante Sexykiller: "¿Sabes lo que pasa en el mundo de los asesinos en serie? Que hay mucho machismo." Aunque, quien dice asesinos en serie, dice el género de terror, así en general. Y es que, ¿por qué tenemos la sensación de que, tanto en películas como novelas de terror, las mujeres tienden a adoptar o bien roles de víctimas sin paliativos... o bien, en el mejor de los casos, de víctimas reconvertidas a última hora en heroínas? ¿A qué se debe esa falta de autonomía, o si se quiere, esa posesión tardía (y muchas veces, breve) de "poder"? No sé si procede hacer elucubraciones al respecto en este blog, pero lo que sí podemos es recordar algunos de esos casos en que la mujer transgrede ese binomio de roles pre-asignados y, en definitiva, se convierte en aquello de lo que tradicionalmente huye: el monstruo. La lista podría ser más larga de lo que creemos a priori y, por desgracia, no dudo que me dejo a más de una en el tintero, pero por lo menos, sirva esta selección a modo de homenaje a esas mujeres malas y de armas tomar que rompen con el papel sumiso que se espera de ellas.


LA CONDESA ERZSÉBET BÁTHORY. También conocida por "la condesa sangrienta", supone, sin duda alguna, la demostración más sangrante (valga el juego de palabras facilón) de que, en algunas ocasiones, la mujer es tanto o más temible que el hombre. No en vano, es ella, una mujer, el mayor asesino en serie de la Historia... en términos numéricos, por lo menos. Aún con su tremenda popularidad, ni Jack el Destripador (cinco víctimas), ni Ed Gein (no se tiene certeza del total de asesinadas, pero cuesta creer que sea mayor al de nuestra protagonista), logran batir la friolera de más de 600 víctimas (¡computadas!) que cayeron a manos de esta condesa obsesionada con alcanzar la eterna juventud bebiendo y bañándose en la sangre de jóvenes doncellas vírgenes. Si queréis profundizar en los recovecos de este personaje tan terrible como apasionante, os recomiendo la fabulosa novela Ella, Drácula, de Javier García Sánchez.


CARMILLA. En cierto modo, inspirada en la condesa sangrienta, supone no sólo uno de los primeros casos sonados de vampirismo femenino en la literatura, sino uno de los primeros casos sonados de vampirismo a secas. De hecho, la novela de Sheridan Le Fanu se adelanta (1872) al mismísimo Drácula de Bram Stoker (1897) en más de 20 años, lo cual hace suponer que el escritor irlandés debió tenerla en consideración de algún modo para crear a su conde inmortal. Más de un siglo después, la vampira con ribetes lésbicos de Le Fanu serviría de modelo a otras vampiras de características similares, en films como El ansia.


LA NOVIA. La de Frankenstein, por supuesto. A decir verdad, la incluyo más por su gran poder de convocatoria como figura icónica que por su (discutible) maldad innata. De hecho, recordemos que ella no era más que una pobre criatura de Dios... o del doctor Frankenstein, que para el caso, es lo mismo. Tan necesitada de amor y comprensión como su novio, vaya. Por cierto, recordemos que Helena Bonham Carter repescó este papel en el remake de 1994, con una apariencia bastante menos sofisticada que la que lució Elsa Lanchester.


BABY JANE. La película de Robert Aldrich nos regaló uno de los papeles más memorables de Bette Davis (y ya es decir...), como la enloquecida y fracasada ex-niña prodigio que, ya al borde de la tercera edad, sigue vistiéndose como tal y haciéndole la vida imposible a su pobre hermana paralítica (Joanne Crawford), totalmente a merced de los perversos juegos de la otra. La escena en que, grotescamente maquillada y vestida, vuelve a cantar I've written a letter to daddy, el número que le dio sus "quince minutos de fama" en la infancia, sigue poniendo los pelos de punta.


MINNIE CASTEVET. Nadie se cayó de espaldas cuando, en la entrega de Oscars de 1969, Ruth Gordon se alzó con la estatuilla a la mejor actriz de reparto por su papel de vecina supuestamente conspiradora de la desvalida Rosemary (Mia Farrow) en La semilla del diablo. La actriz supo jugar muy bien la baza de la ambigüedad durante todo el metraje, no dejándonos claro hasta la última escena si era una bruja satánica o, simplemente, una vecina demasiado metomentodo.


PAMELA VOORHEES. Seguramente, no hay mucha gente a la que este nombre diga gran cosa. Todos conocemos más a su hijo, Jason, el célebre psicópata con máscara de hockey sobre hielo que protagoniza la saga de Viernes 13. Y sin embargo, la asesina en la primera parte de la saga era nada menos que su madre, no él. Hay que tener esto muy en cuenta, amigos: no en vano, os recuerdo que a Drew Barrymore le salió muy caro no saberlo en el arranque de la primera Scream.


REGAN MACNEIL. En realidad, si vamos al fondo del asunto, la fuente de inquietud en El exorcista no residía tanto en la pobre niña poseída como en el mismo demonio que la posee (Lucifer, vaya). Pero dado que el mérito, aparte de en un sensacional maquillaje y una no menos sensacional labor de doblaje, reside en la acongojante actuación de la niña Linda Blair, creo que queda más que justificada su inclusión en esta lista.


MARGARET WHITE. Se diría que en Carrie (tanto la novela de Stephen King como la película de Brian De Palma) es la protagonista con poderes telequinéticos quien se lleva el gato al agua en cuanto a dejar con muy mal cuerpo el subconsciente del público. Sin embargo, basta una revisión para que nos quede claro que no es Carrie, sino más bien su madre, el personaje más aterrador de la historia. Fundamentalista religiosa hasta rozar lo macabro, la señora White deviene la bruja malvada de cuento en esta especie de revisión pervertida de Cenicienta. Y, sinceramente, da muy mal rollo.


LA NOVIA DE CHUCKY. Ella tomó el relevo como "nueva novia de Frankenstein" para la década de los 90. Y es que, si dicen que nunca segundas partes fueron buenas, ¿qué decir de las cuartas partes? Sin embargo, La novia de Chucky es uno de esos rarísimos ejemplos (si no el único) en que la cuarta parte resulta ser, con creces, la mejor de la saga. Cargada de humor negro y muy mala leche, supone la presentación de Tiffany (Jennifer Tilly), la novia del famoso "muñeco diabólico" y, si bien no tan famosa, sí tan memorable y perversa como él.


SADAKO YAMAMURA. O bien Samara, en el remake americano de Ringu (El círculo). Pocas imágenes hay más icónicas en el cine de terror de los últimos años que la del fantasma de la niña con poderes psíquicos Sadako, saliendo a rastras de la pantalla de un televisor, con el pelo negro cayéndole sobre la cara y unos movimientos absolutamente sobrenaturales. Una imagen de verdad escalofriante, cuyo poder de sugestión nos ha dejado algunos videos muy divertidos en youtube.


MARY SHAW. Quizás lo que le hubiera hecho falta a Dead Silence (Silencio desde el mal) para convertir a este personaje en un icono tan reconocible como Jigsaw (Saw) hubiera sido no haberse quedado en un solo film, sino hacer de ella una saga. Por otro lado, me parece innecesario, así que casi mejor dejar las cosas como están. En cualquier caso, la aterradora ventrílocua de este film, con su vestido de negro riguroso, su moño y una expresión de lo más macabra, sigue siendo una de las imágenes más perturbadoras del terror comercial de los últimos años.


LA FEMME. "La mujer". Este es el sucinto nombre que se le da en los títulos de crédito de À l'interieur al personaje interpretado por Béatrice Dalle, la enigmática psicópata que asedia sin descanso a la protagonista de uno de los films más espeluznantes y sangrientos de lo que llevamos de siglo. Por desgracia, y que yo sepa, el film sigue inédito en este país nuestro tan de Belén Esteban y fútbol, así que si la queréis ver de forma legal, habrá que acogerse al mercado exterior.


ELLA. No menos sucinto que el anterior es el nombre de la protagonista de Antichrist, si bien esta vez tal vez se deba más bien a su naturaleza como símbolo. De algún modo, tengo la impresión de que Lars Von Trier se está labrando una carrera en la que va dando su particular visión sobre el cine de género: El elemento del crimen (cine negro), Bailar en la oscuridad (cine musical), Dogville (cine religioso)... y ahora, con Antichrist, su particular vuelta de tuerca al cine de terror. Charlotte Gainsbourg se alzó con el merecido galardón a la mejor actriz en el festival de Cannes por un papel esencialmente simbólico que representa la maldad innata de la mujer. Por supuesto, la polémica está más que servida.
Cursiva

ESTHER. Para niñas malas, podría haber mencionado a la Rodha de Mala semilla, pero prefiero quedarme con la más reciente La huérfana de Jaume Collet-Serra, por esa cara impenetrable, esos actos verdaderamente atroces y, sobre todo, un giro final de todo punto imprevisible, tan inverosímil como, en el fondo, bien ejecutado.


DREN. Ya para finalizar, acabamos con la criatura concebida artificialmente en Splice. Si os he de ser sinceros, a mí la película no es que me impresionara demasiado (de hecho, no dejó de parecerme una especie de Species pretendidamente más seria), pero a decir verdad, vi un cierto logro en esta Dren. Y no sólo por un diseño bastante convincente, sino porque parece recoger el testigo de la Jenifer de Argento (inocencia + sexualidad + perversión) combinándolo con una especie de versión femenina del monstruo de Frankenstein, adaptada al siglo XXI.

jueves, 22 de julio de 2010

HORROR CATÓDICO

Desgraciadamente, es muy poco habitual que la pequeña pantalla dedique al género de terror el espacio que merece en su parrilla. Raro, muy raro. Últimamente, parece que la cosa haya empezado a cambiar, pero si nos fijamos bien, es todo muy engañoso: ni True Blood (por muchos vampiros que haya), ni Vampire Diaries (tres cuartos de lo mismo), ni Medium (por muchas cualidades paranormales que tenga la protagonista) podrían ser considerados ejemplos de ficción televisiva de terror. Sólo la miniserie inglesa de zombies Dead Set se atrevió a insuflar un cierto soplo de aire enrarecido a nuestros hogares cada vez más aburguesados. Por lo que concierne a nuestro país, la cosa no cambia mucho, es más, empeora (tan sólo a la miniserie Películas para no dormir le tocó la labor de elevar la media de una oferta, por lo general, extremadamente mediocre y que, peor aún, ni siquiera quiere aspirar a nada más).

Afortunadamente, ahí tenemos Masters of Horror, la iniciativa impulsada por Mick Garris a finales de 2005 para Showtime, en la que se reunió a una serie de maestros del género (desde Romero hasta Carpenter), para que cada uno de ellos dirigiera un capítulo de una hora de duración, totalmente independiente de los demás. Lo atractivo de la propuesta era que, dado que se había ideado para una televisión por cable, los cortapisas a la hora de reflejar sexo y violencia se reducían mucho más de lo que hubiera exigido una televisión pública. La serie tuvo una segunda temporada (que yo sepa, no más), que en estos momentos se puede ver en el canal Ojo del ONO, si os interesa (os recomiendo el capítulo dirigido por Tobe Hooper The damned thing, que si bien no es ni de lejos una maravilla, tiene dos o tres escenas de choque bastante impactantes).


Naturalmente, con semejante variedad de directores e historias, la media de la serie no siempre alcanza la regularidad deseada, pero aquí os dejo los tres capítulos que me parece que más merecen la pena:


Con Jenifer, Dario Argento logró una de sus mejores películas recientes (sí, sé que no es mucho decir, después de cosas como Giallo). Aunque, por desgracia, el valor del film no está tanto en el talento de Argento (que modera aquí lo mejor de su estilo hasta volverlo casi inexistente, de hecho), sino más bien en el material de partida, que adapta una morbosa historia aparecida en el cómic Creepy, la cual narra la enfermiza fijación de un policía con una misteriosa mujer a la que ha salvado de la muerte, tan hermosa de cuerpo como horrible de cara, tan aparentemente frágil como soterradamente amenazadora. Una reflexión bastante perversa, cargada de sexo y gore, en torno al deseo y la obsesión.


Traducida en España como El fin del mundo en 35 mm (he de decir que, aunque la conozco más por Cigarette Burns, me parece uno de esos raros casos tan inspirados que logran que la traducción supere al original), se trata también de uno de los mejores "Carpenters" de cosecha más o menos reciente. Quizás el único defecto esté en que la historia es lo suficientemente alambicada como para haber estirado el metraje y haber hecho de ella un largo. En cualquier caso, una delicia para los amantes del terror, con una historia original y tremendamente inquietante, alucinada y oscura como En la boca del miedo, con referencias a Lovecraft (ese crítico enloquecido que lleva años escribiendo la crónica de la cinta inenarrable que vio en el festival de Sitges años atrás) o a Cronenberg (recordemos lo que usa Udo Kier a modo de celuloide en la proyección final...). En resumen, una historia de visión obligatoria... o, si se quiere, una metáfora bastante malvada sobre ese nuevo público tan habitual hoy, de antemano hastiado y desganado de todo, siempre ansioso de nuevas emociones.


Imprint. A mi entender, la gran obra maestra de la serie, al ser, con diferencia, el film más redondo y visualmente más hermoso. Antes de comenzar los rodajes, se aconsejó a los directores que no tenían por qué auto-censurarse, que tenían vía libre a nivel creativo. Por lo visto, Takashi Miike fue el único que se tomó esta aseveración en serio, pues en efecto, el suyo fue el único film que acabó siendo censurado para la televisión (por suerte, pudo ser repescado por los aficionados para su edición en DVD). Casi más que una historia de terror al uso, un cuento de raíces más que sombrías, que combina elementos tan delicados como son torturas, proxenetismo, sadismo e incluso abortos, todo ello expuesto de forma bastante generosa en pantalla. Imprescindible.

viernes, 16 de julio de 2010

TRAILER DE "LA HERENCIA VALDEMAR II: LA SOMBRA PROHIBIDA"

Pues nada, parece ser que José Luís Alemán ya ha comenzado la campaña de promoción de la secuela de La herencia Valdemar. Y para ir abriendo boca, nos deja un trailer que a mí me ha gustado bastante: atractivo y, sin duda alguna, más dinámico que el de la primera parte. Como podemos ver, esta vez la acción parece estar más anclada en el presente, pero sin por ello dejar de atar algunos cabos en el pasado (ahí tenemos esa visita del mismísimo H.P. Lovecraft a Lázaro Valdemar, sosteniendo lo que parece ser el Necronomicón). Como agua de mayo la espero...



Como habréis visto, el plato fuerte del trailer lo constituyen no sólo esos atisbos de la ciudad sumergida de R'Lyeh (con unas geometrías quizás un tanto menos "imposibles" de las que mencionaba Lovecraft en su relato) sino, por supuesto, también ese Cthulhu espectacular que se reserva para el final, dejando presuntamente al borde de la locura al personaje encarnado por Ana Risueño. Sin embargo, aquí es donde tengo yo un "pero": independientemente de que en mi imaginación el Gran Primigenio tuviera unos movimientos mucho menos ágiles, ¿no os parece que, a pesar de que sigue siendo enorme, el Cthulhu de esta versión es bastante menos inmenso de como se lo ha representado tradicionalmente?


¿Alguien recuerda si Lovecraft, o alguno de los de su círculo, dio descripciones más específicas sobre el tamaño de las que aparecen en La llamada de Cthulhu (el relato, digo, no el juego de rol)?

martes, 13 de julio de 2010

TERRORES DE LA INFANCIA

Pocas veces experimentamos el miedo de una manera tan genuina y, a la vez, lúdica como en nuestra infancia. A nadie debería sorprender demasiado esta afirmación. En demasiadas ocasiones, cuando uno crece, pierde gran parte de esa inocencia que nos hacía saborear las cosas de otra forma. Tendemos a no tomarnos demasiado en serio las historias de ficción que antes nos apasionaban, tendemos sobre todo a resistirnos al miedo (¿tal vez por, valga la redundancia, miedo a delatar nuestras debilidades más de la cuenta?).

Otro día hablaremos de los cuentos de hadas en sí, pues creo que eso merece una entrada aparte, pero hoy me gustaría referirme brevemente a esas películas que más me marcaron de pequeño. Y es que, recientemente, estaba pensando que ya en mi infancia había determinados films que me tenían maravillado más allá de cómo avivaban mi imaginación. Por supuesto, me fascinaba el modo en que veía representados de manera más o menos espectacular aquellos mundos de fantasía que visualizaba yo... pero también aquellos componentes oscuros que más me aterraban. He aquí, pues, una pequeña lista con los que más me marcaron:


Para mí, lo alucinante de Oz: un mundo fantástico era que había logrado darle la vuelta por completo al clásico de Judy Garland. Era como la cruz de la moneda o el reflejo al otro lado del espejo. Una revisión no tanto crepuscular como oscura, lúgubre, e incluso violenta por momentos, del cuento que todos conocíamos... o que creíamos conocer. Aún recuerdo el miedo que me daba aquella bruja que podía separarse de su cabeza, o los inquietantes wheelers que me recordaban a una pandilla de delincuentes de ultratumba.


Aunque muchísimo más edulcorada, El mago de Oz fue no sólo mi primer contacto con los libros de L. Frank Baum, sino también una de las grandes películas de mi infancia. A día de hoy, hay que admitir que, por inmortal que sea, ha envejecido francamente mal. Pero no puedo dejar de recordar a aquella fabulosa bruja del Oeste, que con su aspecto se convertía en el epítome de lo que debía ser una bruja de cuento... o, por qué no, a la bruja del Este (demasiado horrible como para ser mostrada en vida).


Sin duda alguna, la gran obra maestra de Jim Henson, una auténtica filigrana que apenas ha dejado descendencia. La oscuridad de ese mundo del Cristal Oscuro se hace notar desde los primeros acordes de la banda sonora, graves e hipnóticos. Y qué decir de los Skekses, aquella raza maligna y repugnante, que con sus picos ganchudos y sus figuras escuálidas parecía una degeneración absoluta de la bruja del Oeste.


Pocas veces se ha conseguido transmitir tan bien la relación de amor, odio y, en definitiva, necesidad entre el bien y el mal como en este film de Ridley Scott. Y lo hace de un modo casi traumático para un niño. Desde que la princesa interpretada por Miah Sarah propicia el cercenamiento del cuerno del unicornio, el mundo de fantasía tan sugestivamente representado hasta entonces pasa a convertirse, sencillamente, en el dominio de las Tinieblas. Pero, en realidad, las imágenes perturbadoras son continuas: la premonición de la princesa frente al reloj, las hordas casi demoníacas de duendes... y, cómo no, ese temible Señor de las Tinieblas encarnado por Tim Curry como la quintaesencia del mismísimo diablo.


Si tuviera que quedarme con una imagen que lograra sintetizar los miedos de la infancia, quizás fuera con la de esa Nada que arrasa poco a poco con el mundo de Fantasía en La historia interminable. Una amenaza intangible, lenta pero inexorable... la encarnación perfecta de la destrucción. Y si ya en el film consigue perturbar, qué decir del magistral libro de Michael Ende, donde este mal es aún más indefinido y abstracto y, pese a representar el poder destructor de la incredulidad, de todo punto imposible de encasillar.


Seguramente, no hay película que haya visto más veces durante mi infancia que Dentro del laberinto. Suerte de revisión inconfesa de Alicia en el país de las maravillas, la película de Jim Henson habla del miedo a hacerse adulto con una claridad pocas veces alcanzada. Y al igual que en las películas mencionadas arriba, esta tampoco es escasa en imágenes inquietantes: desde esos Goblins amontonados unos sobre otros a la espera de que Sarah (Jennifer Connelly) diga las palabras adecuadas para raptar a su hermano pequeño (no olvidemos que el rapto de bebés por parte de criaturas fantásticas es una constante en el imaginario anglosajón), hasta algunas de las criaturas y escenarios que la protagonista va encontrando en su paseo por el Laberinto (escenario no menos inquietante de por sí)... sin olvidarnos, por supuesto, del Rey de los Goblins (David Bowie), figura maligna que con su naturaleza ambigua y tentadora no deja de ser una nueva revisión de (una vez más) el diablo.

jueves, 8 de julio de 2010

"ABUELITOS" y "CONTRACUERPO": LO BUENO, SI BREVE...


Desgraciadamente, el cortometraje sigue siendo un formato de ficción que, si bien cada vez tiene más seguidores, no cuenta con una difusión tan generosa como la del largo. Así se explica que no siempre estemos al día de esas propuestas que, aunque duren poco, algunas veces tienen una calidad muy superior a la de muchos largometrajes. Hoy os quiero dejar un par de cortos españoles que hacen justicia a esta premisa y que, en cierta manera, podrían ser perfectamente complementarios en una sesión doble. El primero de ellos: Abuelitos, de Paco Plaza. Bajo este título (irónico y, a la postre, rezumando humor negro) se nos cuenta una historia con muchas preguntas, pero pocas respuestas (y todas las que se nos ocurran, por cierto, bastante sombrías). Una visión macabra sobre una especie de asilo en un tiempo de nadie, donde los ancianos se aferran desesperadamente a la vida alimentándose con... bueno, eso os lo dirá el corto, que por cierto, he extraído del fantástico blog de Paco Plaza. Un corto que no necesita de grandes efectos para provocar inquietud: le basta con una escenografía simple pero efectiva, algunas miradas muy reveladoras y las preguntas justas para extraer las respuestas más siniestras. Lo tenéis dividido en dos partes.






El segundo corto se titula Contracuerpo y está dirigido por Eduardo Chapero-Jackson. Como comentaba arriba, me parece el perfecto contrapunto para una sesión doble al alimón con el de Plaza, conformando así la cara y la cruz de dos obsesiones que, al final, acaban siendo la misma. Y es que, si en el primero se hablaba de cómo unos ancianos se entregan a unas rutinas terribles para seguir aferrándose a la vida, este habla de cómo una joven (Macarena Gómez) se entrega a sus propias rutinas no menos terribles para encajar en los modelos de belleza y juventud que impone una sociedad enfermiza. Os dejo el video a continuación. Felices terrores.


lunes, 5 de julio de 2010

LA HERENCIA VALDEMAR 2: PRIMERAS IMÁGENES

No las teníamos todas con nosotros, sobre todo después del relativo fracaso comercial de su primera (y, a mi entender, trágicamente malentendida) parte, pero parece ser que ya se ha puesto en marcha la maquinaria para lanzar la secuela de La Herencia Valdemar. Y vamos abriendo boca con este cartel, oscuro y misterioso, donde se distingue la silueta del Gran Cthulhu, sin duda el mayor reclamo para que los fans del universo de H.P. Lovecraft vayamos al cine a ver el desenlace de esta historia.


Poco se sabe de cómo continúa el relato (esta vez, ya algo más anclado en el presente que en el pasado), aparte de que la desaparecida Luisa Llorente (Silvia Abascal) logra escapar de sus raptores y, tras un accidente, despierta en un carromato gitano, donde alguien le pondrá al día de las oscuras intenciones de la compañía Immoberance y la Fundación Valdemar. En todo caso, de momento tenemos ese teaser que ya cerraba el primer film poco antes de los títulos de crédito, y que a mí , sinceramente, me dejó con ganas de mucho más... (y con las ganas nos quedamos, al menos hasta el festival de Sitges de este año, donde parece ser que tendrá lugar el preestreno).


Por último, comentar una curiosidad. Y es que el subtítulo de la película (La sombra prohibida) surge como resultado de fusionar los dos subtítulos ganadores del concurso que la revista Scifiworld convocó entre sus lectores para tal menester. Los ganadores fueron La sombra reptante (que es el que a mí más me gusta) y Los saberes prohibidos (que tampoco está nada mal). Sin embargo, no me acaba de convencer la fusión de los dos, me suena un poco confusa... ¿Qué opináis?