Con el estreno más o menos inminente en Estados Unidos del remake de Pesadilla en Elm Street, parece el momento adecuado para hacer un pequeño homenaje a la que, sin duda alguna, es la figura más icónica que nos ha dado el cine de terror contemporáneo (con permiso de Pinhead). Sombrero marrón de fieltro de ala ancha, jersey de punto a rayas verdes y rojas, guante rematado en cuatro cuchillas donde deberían ir los dedos... Supongo que muy pocos dudarían a la hora de adivinar el personaje que se encuentra tras esta descripción, ni siquiera los menos aficionados al género de terror. Y es que, le pese a quien le pese, Freddy Krueger ya es uno de los grandes dentro de la ficción terrorífica, volando casi a la misma altura que Drácula o Mr Hyde.

Su primera aparición en la pantalla grande fue en 1984, dentro de un film con tantas complicaciones financieras que a punto estuvo de no ver la luz nunca... y que, sin embargo, acabó generando una franquicia de nada menos que ocho largometrajes, una serie de televisión, cómics, merchandising de lo más surtido y, al menos de momento, un remake. La propuesta de Wes Craven, su director y creador, se reveló de salida como la vuelta de tuerca definitiva a la figura y el género del slasher, que tanta popularidad había adquirido desde los 70. Las innovaciones más marcadas respecto a sus precedentes eran, por un lado, que el serial killer en cuestión no acosaba a sus víctimas en el plano real, sino en los sueños (todo lo cual, obviamente, daba pie a una imaginería más o menos rica en elementos surrealistas); y por otro, que las víctimas adolescentes no pagaban por sus propios pecados (normalmente, el sexo, como todos sabemos), sino por los pecados de sus padres (en este caso, un oscuro episodio del pasado, que se iba desvelando a lo largo del primer film).
Otras curiosidades de la gestación del film:
- Para la historia, Craven se inspiró en unos artículos periodísticos aparecidos en el LA Times durante los 70, en los que se hablaba de un joven refugiado camboyano que sufría unas pesadillas terriblemente vívidas a raíz de sus experiencias en los campos de concentración. El joven, de hecho, acabó muriendo en extrañas circunstancias durante una de las pesadillas.
- El aspecto físico de Freddy se lo inspiró un breve encuentro nocturno, durante su infancia, con un mendigo que parecía estar acechando su casa vestido con una gabardina y un sombrero de ala ancha.
- Consultando un libro sobre los colores y sus significados, Craven leyó que una de las combinaciones de colores más desagradable a la vista era el rojo con el verde. Así fue como surgió el famoso jersey a rayas verdes y rojas que luce Freddy.

El gran triunfo de la primera Pesadilla, a parte de unos asesinatos de lo más elaborados y macabros en su mayoría (baste con recordar el de Tina, la mejor amiga de la protagonista), era el presentar a Freddy como una figura indefinida, casi siempre oculta en las sombras, como si se tratara de una amenaza latente pero difícil de ubicar, todo lo cual le daba una fuerza muy específica de cara al espectador. En las sucesivas partes, sin embargo, el rostro quemado de Freddy se fue volviendo cada vez más visible y su figura más familiar, hasta tal punto que los fans no tardaron en apodarlo "cara de pizza". Perdía fuerza como pesadilla, pues, pero la ganaba como figura pop (en La muerte de Freddy, la bufonada alcanzaba tales excesos que Freddy llegaba a aparecer en una escena disfrazado de la bruja del Este de El mago de Oz, con escoba voladora incluída).

Por otro lado, y a título personal, quisiera resaltar lo que me parece más interesante de Freddy: el modo en que reinventa la clásica figura de "el hombre del saco" o "el coco", un icono fuertemente enraizado en el subconsciente colectivo ya desde la misma infancia, pero ahora haciendo de él una amenaza muy concreta, con un modus operandi irrepetible y un curriculum vitae que es puro post-modernismo (a este respecto, hay que aclarar que la historia de Freddy no se escribe en el primer film, sino que se ha ido enriqueciendo en las sucesivas secuelas hasta convertirla en una especie de soap opera de lo macabro).

Está por verse cómo resolverá Jackie Earle Haley el papel que inmortalizó Robert Englund, pero vistos los trailers promocionales, parece ser que el remake retoma más el estilo "serio" del primer film que el sabor auto-paródico al que fue involucionando la saga.

Os dejo, para que juzguéis, con dos de los trailers con que se está promocionando el producto: