A veces, Walpurgisnacht tiene esas pequeñas sorpresillas, esos lujos que tal vez no nos podamos permitir a menudo, pero que cuando ocurren, nos dejan encantados. Hace unas semanas os hablaba de NecróParis, la fabulosa novela de Fernando Cámara que nos trasladaba a un Paris de pesadilla, totalmente alucinado, y que por cierto, podéis encargar cómodamente en el siguiente enlace. Pues bien, hoy tenemos para que nos hable un poco de los entresijos de la novela nada menos que al propio autor, a quien tuve el placer de conocer hace un par de semanas en la presentación de su libro en La casa del libro de Gran Vía. Es una entrevista de la que estoy muy orgulloso, espero que la disfrutéis.
El libro parece estar inspirado en vivencias propias durante un viaje a Paris. ¿Tan infernal fue la experiencia?
Todo lo contrario. Fue el clásico viaje de pareja que busca un pequeño respiro. Romper rutinas y alejarnos unos kilómetros. Pero no sabíamos que el centro de la ciudad moría a las ocho de la tarde y quedaba completamente vacío. A excepción de aquellos inquietantes mendigos…
Como comentaba en la reseña hace unos días, considero que NecróParis muestra la capital francesa como una perversión de la leyenda que ella misma ha creado: esos disturbios estudiantiles, las huelgas constantes, la revolución de las clases obreras… lugares comunes que nos vienen a la cabeza cuando se habla de Francia, pero pasados por un tamiz de todo punto perverso y casi grotesco. ¿Fue esto muy premeditado?
No. Casi nada ha sido premeditado en esta novela. Yo diría que, más que escrita, fue ametrallada. La estructura de la historia es la del viaje real, aquellos tres días y noches y las visitas a los lugares característicos. Luego, claro está, los años de guionista ayudan a mantener la historia en movimiento y surtirla de giros. Pero toda esa inversión del París romántico fue llegando a cañonazos. Supongo que es algo que subyace en esa ciudad y que mucha gente lo vería así también si no tuviera miedo de apartarse de tanto tópico inducido. Pero si hubiera decidido hacer la novela sólo para invertir las clásicas percepciones, me temo que habría sido mucho más intelectual, más meditada, y se me habría visto el plumero.
Ocurrió algo similar con mi primera película, "Memorias del ángel caído", en la que, durante una misa, los fieles mueren en masa porque las obleas de la comunión están envenenadas. El Cuerpo de Cristo, que supuestamente da la vida a los creyentes, aquí se la quita. San Miguel mata al demonio en la iconografía católica, y aquí el demonio, humanizado, arranca la lanza de la escultura del santo para contraatacar, etc… En fin… supongo que juego a descolocar nuestro mundo, que ya de por sí tiende a descolocarse.
En diversas reseñas que he leído se insiste mucho en las influencias de El quimérico inquilino o La invasión de los ultracuerpos. Y sin embargo, esa narración alucinada y pesadillesca de tu novela a mí me remitía más bien al cine de David Lynch o David Cronenberg. ¿Hay algo de eso? ¿Qué influencias reconoces?
Supongo que todas. Somos hijos de lo que vemos, leemos, nos cuentan y vivimos. No podría negar ninguna influencia en ese sentido. Quizá esa sensación de tipo que se resiste a convertirse en un ultracuerpo me ha acompañado toda mi vida. Intento que no se me note, que los demás no advirtáis que todavía tengo sentimientos, pero me temo que cada vez lo hago peor. Una noche, despertaré al escuchar pasos cerca de la cama y sé que me encontraré con el bueno de Donald Sutherland gritándome mientras me señala con el dedo. Será una guerra de chillidos porque sospecho que yo también gritaré. Y me pregunto, ¿qué pensará mi mujer de todo esto al ver tanta violencia gutural en el dormitorio?
También se comenta mucho que la prosa de la novela es muy cinematográfica, pese a que yo prefiero considerarla simplemente “muy visual”. Y sin embargo, lo cierto es que hay en la página 66 una expresión a este respecto que me ha llamado mucho la atención: “No lo dice, pero durante un par de fotogramas se ha advertido el gesto”.
Me alegro infinito que hagas esa distinción entre visual y cinematográfico. NecróParis no es un guión sino todo lo contrario. Abusa de mundo interno, de reflexión, que es lo opuesto al cine, que casi nunca frecuenta el interior de las cabezas. Esta novela tiene bastante diálogo y, a la vez, muy poca descripción, justo lo opuesto a la disciplina audiovisual. Pero me temo que el que sea una lectura ágil, dinámica, que no se detenga en detalles, puede haber confundido a algunos lectores que, al conocer mi trayectoria en el cine, han conjeturado erróneamente.
En cuanto a eso de “un par de fotogramas”, es cierto que viene de mi sector, pero era tan gráfico que… no me resistí.
Los protagonistas del libro podrían considerarse casi la quintaesencia de la perfección en pareja. De hecho, a menudo se habla de esa simbiosis que han llegado a alcanzar con los años. De algún modo, ¿podría considerarse lo que les ocurre en París como una especie de castigo o ajuste de cuentas del destino por esa perfección? Hay una frase, en la página 84, que me dejó con la duda: “(…) te tengo a ti, que eres el cielo. Y por eso merezco mi porción del infierno”.
En realidad no es una pareja tan perfecta. La simbiosis, si repasas bien el relato es sobre todo de fobias y enfermedades. Es cierto que da la sensación de pareja unitaria, pero es a base de aceptar siempre cosas del otro. Y además se fantasea con una posible infidelidad para caldear la aburrida estabilidad de los años.
No he escrito la novela desde el púlpito de un ruin demiurgo que los castiga por vivir felices. La he contado a ras de suelo, desde el punto de vista de los protagonistas. Y si él cree que puede sobrevenirle un infierno es porque teme que después de varios años de arena le pueda caer un puñado de cal en los ojos. Son una pareja ya madurita que conocen algo sobre la vida y sus fases.
Creo que uno de los grandes logros de la novela es la facilidad con que mezclas los diálogos y la narración, sin que la ausencia de marcas discursivas dificulte para nada la comprensión del texto. ¿A qué se debe esta decisión?
Es una neuronovela. Una pesadilla. Un estado de ánimo. Una aventura dentro de la cabeza. Y ahí, como en los sueños, todo resulta algo difuso. Puede que hablen varios personajes pero todas esas voces resuenan dentro de una misma caja craneal: la mía; la del lector. Por eso quito los guiones de los diálogos. A mi juicio expresa mejor este discurso mental.
Pese a tu obvia capacidad para perturbar, he de reconocer que NecróParis está punteada de múltiples momentos de comicidad yo creo que enteramente buscada (algunos diálogos entre la pareja, esa recepcionista que habla un castellano espantoso…). ¿Estabas tratando de oxigenar un poco la novela, de hacerla algo menos oscura?
Lo cierto es que siempre he mezclado aspectos cotidianos con momentos extremos. Supongo que es mi estilo. Y eso me ha costado ciertos rechazos en el cine. Mis mejores películas duermen por ahora en el limbo de los sueños por el miedo de los productores a asumir esa mezcla. Y es una pena, porque así es la vida: cruel y cotidiana. Jocosa y aburrida. No sé entonces a qué tanto recelo a mostrársela así al público, aunque sospecho que simplemente se debe a que no responde a un estándar.
Si lo analizas bien, no es tanto un recurso cómico como parte de una realidad. Que hay recepcionistas que hablan así de telegráficas, es cierto. Y que los matrimonios, en su intimidad dicen tontunas y cosas absurdas, también lo es. Pero no deja de ser divertido poder espiar a una pareja desde dentro y sonreír ante esos códigos propios que, por otro lado, resultan totalmente universales.
Además, es cierto, oxigena. Pero no soy tan genial como para medir el pulso de la novela con tanto detalle. Creo que el mayor efecto de este “humor cotidiano” es dibujar mejor a la pareja y aumentar así el sufrimiento que viven porque, de alguna forma, ya son como de tu familia.
La habitación 561 llega a adquirir durante la novela casi un aura mítica, al estilo de la habitación 237 de El resplandor. ¿Por qué ese número en concreto?
Pues… no lo sé. Es posible que fuera el número real de la habitación que nos dieron. Desde luego, no creo que tenga nada cabalístico. ¿O sí?
Un detalle que me ha llamado mucho la atención es la organización de los capítulos. Las noches, que es donde se desarrolla principalmente la vertiente más abiertamente alucinada de la historia, quedan divididas en “PRIMERA NOCHE”, “SEGUNDA NOCHE” y “TERCERA NOCHE”. En cambio, en los días hay una ruptura total en lo que a continuismo se refiere: “DIA UNO”, “JOUR DOS” (que no “JOUR DEUX”), “TROIS”.
Fíjate, una vez más invirtiendo el mundo. En realidad son las noches las que “devoran” a esta pareja, pero se mantienen en su idioma. Sin embargo, las dulces mañanitas, donde todo recupera su lógica relativa, se van transformando progresivamente en francés. Al final, como alucinan los propios protagonistas, entienden el idioma sin conocerlo. ¿? Quizá todo responda a que el miedo es un lenguaje universal. Qué bella frase. Ahora sí que me auto-asombro.
NecróParis es una obra que me encantaría ver llevada al cine, y sin embargo, temo que muy pocos directores sabrían conservar el sabor del libro sin traicionarlo de un modo u otro. ¿Tú cómo lo ves?
Yo no lo veo. Sólo lo leo. Por un lado también me gustaría ver esa película, pero no pienso luchar un solo gramo por ella. La esencia de NecróParis está en la novela. Y, de alguna forma, yo ya he vivido visualmente la aventura. La película está dentro de mí, y espero que también del lector, a su manera. La lucha por convertir la novela en cine es muy dura, porque esta historia es tan personal (que no autobiográfica) que sufriría por cualquier detalle que no se correspondiera con lo imaginado. Desgraciadamente el cine es una disciplina plagada de concesiones. Interviene demasiada gente. Y además hay que trabajar en el mundo real, con todas las renuncias que eso conlleva. Pero si algún machote con redaños y buen talento se atreve, que levante la mano.
¿Algún nuevo proyecto literario a la vista? ¿Quizás cinematográfico?
En cine tengo decenas de cosas en danza. El destino hará su elección. Siento no ser más específico pero me pondría a hablar de cada una de las criaturas que habitan mi limbo de guiones y llenaría varios blogs intentando haceros ver las delicias de esos mundos.
En literatura nada por ahora. De alguna forma me he acercado a la novela huyendo de las servidumbres del cine y no pienso caer en ningún otro tipo de servilismo, incluido el mío propio. Ideas hay a patadas pero necesito que el tiempo y el instinto actúen.
Son mis mejores aliados.
Interesante entrevista, hay que ver como te lo trabajas para que el blog resulte interesante.
ResponderEliminarEs una lástima que algunas de sus películas esten en el limbo, personalmente "Memorias de un angel caído" me gustó mucho.