
Llegado el turno de servidor, que había estado tranquilísimo todo el día y de pronto se puso como un flan, Rubén se refirió a mi relato Una habitación sin reflejos como uno de los que le habían parecido más puramente terroríficos de la antología. Alabó el modo con que había logrado dar un giro a la idea habitual de los fantasmas y me preguntó un poco cómo se me había ocurrido. Así que aproveché para comentar que, aunque los relatos de fantasmas nunca han sido algo que me apasionara, enfoqué la oportunidad como un reto, en el que me planteé qué podía aportar yo de novedoso (o, sin querer ser tan atrevido como para eso, al menos de "personal"). La idea era evitar algunos de los tópicos más habituales dentro de este sub-género, y así es como concebí unos fantasmas que ni son almas en pena en busca de descanso ni tampoco almas en pena en busca de venganza, sino simplemente almas profundamente malignas, cuya sed de mal consigue sobrevivir incluso a la muerte de los cuerpos. Un punto curioso, en el que yo ni siquiera había pensado, me lo señaló Rubén (hay que ver qué ojo tiene este chico...): la idea de una infancia no con amigos invisibles, sino con enemigos invisibles. Muy interesante, la verdad...
Por fin llegó el turno de Ángel Villán, el último autor presente, que se me unió un poco en eso de no ser muy aficionado a las historias de fantasmas y contemplar esta oportunidad como un reto para comprobar qué era capaz de escribir, en ese sentido. Comentó que estuvo pensando en qué tópicos rehuir también, de modo que se decantó por (más o menos voy a citar sus palabras) "hacer lo que mejor sé hacer: putear a mis personajes". Como resultado, su relato Asuntos pendientes, una historia de fantasmas en la guerra, con un twist final que Rubén subrayó.
Tras las presentaciones individuales, se destacaron los relatos de David Jasso (El viento del olvido) y Emilio Bueso (Barrer, quizá soñar) como dos particularmente brillantes, dentro de una antología de no poca calidad en líneas generales. A mí se me quedó en el tintero señalar Sombra de Miguel Puente Molins como uno de los más escalofriantes e insólitos (no en vano, es el único cuyo fantasma no pertenece a una persona muerta, sino a un animal muerto). Y ya para finalizar, un rápido repaso a los fantasmas que más nos han impresionado desde siempre. Mi aportación fueron Otra vuelta de tuerca de Henry James y el film El sexto sentido. Rubén se decantó por la película Al final de la escalera (todos suscribimos su mención) y Nuria por el libro El fantasma de Canterville de Oscar Wilde (qué recuerdos me trajo de la infancia... y de lo triste que me parecía este libro, que por lo que veo no soy el único al que le ocurría).
Como final de acto: ruegos y preguntas, sorteo de libros a cargo de nuestras terroríficas anfitrionas (creo que prácticamente todo el mundo se llevó algún ejemplar), firmas por parte de los autores presentes y picoteo en la sala contigua. Más tarde, sesión de cuentacuentos, con lectura a cargo de Nuria y anécdotas paranormales de Anika y otras más. Eso os perdisteis, que lo sepáis. :-)


En la mesa, de izquierda a derecha: Javier Quevedo Puchal (servidor), Miguel Aguerralde, Nuria C. Botey, Rubén Sánchez Trigos y Ángel Villán.