miércoles, 14 de septiembre de 2011

"DIÁSTOLE": EL TERROR SEGÚN BUESO.

Ya podéis leer el número 8 de Ultratumba Magazine. En él encontraréis, entre otras cosas, una reseña que servidor ha elaborado sobre Diástole, de Emilio Bueso. A continuación os la transcribo, pero os invito a que echéis un vistazo a la revista, pues hay mucho más.

 

De todas las editoriales nacionales que a día de hoy están tratando de dignificar el siempre ninguneado género de terror español, sin duda hay que destacar Salto de Página como una de las que mejor han sabido jugar sus bazas. Tanto por el mimo y respeto con que tratan sus lanzamientos como por la calidad de sus contenidos. Una calidad que viene bajo la forma bien sea de muy destacables antologías de relatos cortos (tómese a modo de ejemplo Como una historia de terror, de Jon Bilbao, o sin ir más lejos, la más reciente Aquelarre, esta última con algunos de los buques insignia del terror español), bien sea de novelas tan inclasificables como Mujer abrazada a un cuervo, de Ismael Martínez Biurrun.

Hace tan solo unos meses, Salto de Página volvió a apuntarse un importante tanto con lo último de Emilio Bueso: Diástole. Os confieso que no es fácil enfrentarse a la reseña de una obra como esta sin albergar cierto grado de intimidación. No solo por las características intrínsecas de la obra en sí, sino también por las de su autor. Y es que el señor Bueso, aparte de paisano mío y un tío de lo más interesante desde diversos puntos de vista, es uno de esos autores ante los que uno se estaría quitando el sombrero de forma constante. Ojo: no es pamplina ni amiguismo barato, y a las pruebas me remito. Ya con “Dormir, quizás soñar”, su aportación a la antología de fantasmas Taberna espectral, sorprendió con un relato que conseguía por un lado descolocar a través de una mirada de todo punto diferenciada, y por otro despertar admiración con su hábil manejo de la narrativa corta. Pero el buen sabor de boca se amplificó gracias a “El hombre revenido”, pieza con la que intervino en la arriba mencionada antología Aquelarre, y cuyas excelencias siempre escaparán a los breves comentarios que servidor pueda hacer en este espacio. 

Para quien, como yo, ya conocía la obra de Bueso, Diástole no es otra cosa sino un festín, la reafirmación de un talento capaz de navegar con igual soltura tanto por las aguas del relato corto como por las de la novela. Sin embargo, justo es subrayar que la novela aporta algo más interesante: el afianzamiento de un autor que, además, ama lo bastante el género y la literatura en general como para dar lo mejor de sí mismo en sendos ámbitos. Y es que la última obra de Bueso mantiene un fuerte compromiso con el terror, de eso no cabe duda, pero me atrevería a decir que, incluso por encima de esto, lo que le interesa mantener al autor castellonense es un compromiso con cierta literatura de calidad voluntariamente libre de etiquetas genéricas y encorsetamientos. De ahí que encontremos una prosa rica, sugerente, llena de contrastes muy interesantes. Una prosa fluida y elegante, pero también  poseedora del ímpetu, turbulencia e incluso comicidad propias de ese “realismo sucio” tan querido por Bueso. Una prosa generosa en figuras literarias, pero que siempre se emplean con el criterio, sabiduría y honestidad de quien desea huir de la pretenciosidad como de la peste.


¿Pero qué hay del terror?, se preguntarán los lectores. Por si alguien tenía la menor duda, diré que en efecto lo hay y mucho en la historia de ese pintor maldito que acepta el encargo de retratar a un misterioso cliente durante varias noches de posado, durante las cuales este último le irá desgranando la terrible (y, en cierto modo, conmovedora) historia de su vida. Sin embargo, hay que advertir que se trata de un terror muy poco obvio. Un terror que se va desarrollando y macerando como todas las demás emociones que despierta el libro: con calma, pero de manera inexorable. Un terror que, si bien en determinados puntos se acoge a determinados arquetipos del género, lo hace tan solo para acabar por deconstruirlos y hacer con ellos algo nuevo. En este caso, una metáfora del mayor horror que existe: no aquel que provocan monstruos de otro plano de existencia, sino aquel que ha llegado a provocar el propio ser humano con la creación de diversos infiernos en la tierra. Infiernos reales, verificables, documentados, terriblemente verosímiles. Sobra decir que Bueso sale más que airoso de la empresa. Y si lo consigue, no es solo por su evidente habilidad como narrador, sino también porque él es el primero que disfruta, cree y confía en su obra. Por suerte para todos, nunca lo hace de forma erróneamente ciega, sino más bien razonada y prudente. Tal y como cabe esperar de un autor como él. Tal y como cabe esperar de la literatura de calidad. Tal y como cabe espera de una novela del calibre de Diástole.

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