viernes, 30 de septiembre de 2011

DOS VISIONES DE LA NOVELA APOCALÍPTICA "MADE IN SPAIN"

Resulta muy complicado encontrar las palabras best-seller y «fantástico» unidas dentro de la narrativa española. Y cuando empleo el adjetivo «fantástico», no me refiero al sinónimo de «fenomenal» (que también), sino más bien a su género literario. Contra todo pronóstico, y con sus diferencias, los dos últimos libros que he leído encajan precisamente en esta especial categoría. Y lo más curioso es que ambos guardan algunos puntos más en común (sobre todo, en lo que concierne a su temática de tintes más o menos apocalípticos). En cualquier caso, más interesantes que los puntos en común me parecen las diferencias entre ambos, el modo particular con que cada uno aborda un mismo género.

 
Fin, de David Monteagudo, publicado en 2009 por la editorial Acantilado, no solo se ha convertido en todo un fenómeno de ventas, sino también en una obra con una recepción crítica entusiasta, que hizo que se alzara con el Premio Nocte 2010 a la mejor novela. En ella se nos narra el reencuentro de un grupo de amigos años después de una noche que, en cierto modo, marcó sus vidas. Durante la celebración, en la que se darán diversos encontronazos dentro de un grupo que ya no es lo que era, comienzan a materializarse de forma gradual los fantasmas del pasado (uno en concreto) hasta que un suceso inesperado desencadena la pesadilla. Así en frío, quizá la premisa huela un poco a cliché, tanto en su vertiente costumbrista como terrorífica/suspensiva. Sin embargo, el gran acierto de Monteagudo es saber dotar de una buena capa de verosimilitud a la historia, gracias a unos personajes que transpiran realidad y a unas interacciones que están siempre calculadas al milímetro para, a la vez que van dándonos un retrato generacional afilado y no exento de la crítica más amarga, escalar la tensión y mantenernos en vilo en cada página. Confieso que hacía mucho, muchísimo tiempo, que no me encontraba con un libro que me invita, más que a leerlo, a devorarlo. No cabe duda de que a ello ayuda la habilidad con la que Monteagudo logra introducirte en la acción, desarrollar el misterio y hacerte sentir casi como un personaje más, pero también la agilidad de unos diálogos tremendamente orgánicos que exudan verosimilitud desde la primera hasta la última letra. Tal vez el único punto negro que debería destacar, aparte de ese cambio abrupto (y no sé si del todo explicable) del tiempo verbal en la primera página de la novela, es cierta irregularidad en el apartado más puramente prosístico, pues se combinan fragmentos de descripciones muy inspiradas con otros fríos y casi mecánicos más propios de un guión cinematográfico. En cualquier caso, se trata de una novela muy recomendable... por no decir que de lectura obligatoria.


El reverso de esta particular moneda es Y pese a todo…, de mi compañero de Nocte Juan de Dios Garduño, publicada en la línea Z de la editorial Dolmen. Se trata de una novela que, pese a ser bastante menos compleja que Fin, juega su gran baza en la inmediatez que trasmite un producto muy consciente de sus claroscuros. Creo que Garduño tenía clarísimo cuál era el resultado que quería y a qué público particular quería llegar con él, y en ese sentido ha alcanzado su objetivo con creces (no en vano, y a no ser que haya habido cambios de última hora, ya está en fase de preproducción la adaptación fílmica de la novela). De forma y de fondo más abiertamente genéricos que la obra de Monteagudo, Y pese a todo… nos narra la situación de survival apocalíptico que viven dos vecinos de una población estadounidense que, como otras muchas, ha sido asolada por cierta pandemia. Se trata, como os podéis imaginar, de una novela de zombis, con muchos de los ingredientes propios de estos casos… y sin embargo, Garduño da un giro muy particular a los zombis de toda la vida y los convierte en algo nuevo. En cualquier caso, es evidente que lo que interesa al autor no es tanto la amenaza zombi como la relación entre los dos protagonistas, lo cual equipara en cierto modo sus pretensiones con las de Monteagudo. El problema es que yo no he llegado a empatizar ni a creerme Y pese a todo… ni una tercera parte de lo que me ha ocurrido con Fin. Desconozco si es un problema mío, al enfrentarme a la novela de Garduño como un producto de evidente sabor 100% americano bajo cualquier punto de vista (la sombra de Stephen King es tan alargada como la de Richard Matheson, en este caso) pero escrito por un español afincado en España. Quiero pensar que no, que no es una estúpida cuestión de prejuicios. En cualquier caso, se trata de una novela amena y ágil, que desde luego no da menos de lo que promete, con tensión pero también con sus momentos dramáticos. La única pega más molesta bajo mi punto de vista, aparte de cierto componente Deus Ex Machina en el desenlace, es tal vez ese estilo literario demasiado deudor de la novela americana (y que queda delatado por una profusión a todas luces excesiva de gerundios, recurso más propio de una novela traducida del inglés que de una escrita directamente en castellano). Por lo demás, se trata de un entretenimiento que dudo que os deje con mal sabor de boca.

2 comentarios:

  1. Justo ayer me estaba preguntando si habrías visto ya la nueva de Fresnadillo y si tendrías algo que comentar al respecto. No sé a los demás, pero a mí me tienes pendiente de más críticas cinematográficas.

    Con respecto al post, no deja de resultarme curioso que en los últimos años haya proliferado tanto el tema post-apocalíptico, sea vía zombis o pandemia (ahora mismo están anunciando una nueva sobre una pandemia, es del Soderbergh). En ocasiones las dos cosas son lo mismo. Además parece que está habiendo un revival con los alienígenas, ¿no?

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  2. Para mí inexplicable el éxito de "Fin". Me pregunto si hay una conspiración detrás. Las primeras páginas son lamentables, la discusión de la pareja produce verdadero bochorno. Y ha habido más de un crítico que ha alabado específicamente el gran oído de M. para las conversaciones. Flipante.

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