miércoles, 13 de octubre de 2010

SITGES 2010: PRIMER DÍA


Ya estamos de vuelta. Del festival de Sitges, en concreto. Este es el tercer año consecutivo que vamos y he de decir que, después del relativo chasco que nos llevamos el año pasado, hemos recuperado un poco el buen sabor que nos dejó nuestra primera edición. Lo cual significa, en resumidas cuentas, que ha habido un poco de todo y, en líneas generales, nada terriblemente desastroso (ningún "último George A.Romero", por ejemplo... aunque el último John Carpenter no es que sea para tirar cohetes, dicho sea de paso). Durante los próximos cuatro días, pues, voy a comentar lo que vimos día a dia. Empezamos con el viernes...


Sospecho que Catfish será una de esas películas a las que el marketing acabará perjudicando más que ayudando. A este respecto, ya sólo el slogan empieza con mal pie: "No dejes que nadie te cuente lo que es." Y es que, entre lo que nos vende el trailer y lo que se va sugiriendo con el desarrollo de la trama, uno sospecha que este ¿falso? documental en torno a la ciber-relación entre un fotógrafo y la hermanastra de una pequeña pintora le tiene deparada una media hora final tremenda, llena de tensión y malos rollos. Pero el caso es que no, o al menos no de forma evidente: Catfish tiene sorpresa final, sí, pero menos rocambolesca de lo que uno espera. Y te pone mal cuerpo, sí, pero de forma más cerebral que visceral. No es una película de terror, aunque lo que pasa en ella es como para echarse a temblar (o por lo menos, como para darte que pensar). Podría decirse que es una bastante interesante comedia dramática con escapes muy, pero que muy soterrados al terror. Lo malo es que el trailer vende otra cosa... y como decía al principio, seguramente esto acabará pasándole factura.


Y de un ¿falso? documental a un documental con todas las de la ley. Así comenzaba la noche dedicada a la figura de Paul Naschy, seguramente el gran icono del cine de terror patrio. Una pieza producida por Scifiworld, hecha con todo mimo y presentada nada menos que por Mick Garris. Personalmente, no las tenía todas conmigo, pero he de admitir que aparte de profundizar en un personaje al que hasta ahora conocía más bien poco, se me hizo entretenidísima y de lo más curiosa, sobre todo gracias a los testimonios llenos de cariño y humor de decenas de personas que trabajaron, convivieron y admiraron a esa rara avis de nuestro cine. Si os interesa, os dejo un enlace con los cinco primeros minutos del documental, que francamente vale la pena.


¿Qué mejor modo de proseguir la noche que con la proyección de una de las películas más buscadas de Naschy? Se trata de una pieza para los muy fans, obviamente, con el ritmo propio de la época, una factura más bien modesta (por no decir barata) y una serie de defectos que se suplen con el obvio amor por el género que sentía su autor. A destacar, la vertiente marcadamente romántica que se le da al personaje del conde, muchos años antes de que John Badham hiciera lo propio (y aún más años antes que Francis Ford Coppola, claro). Desgraciadamente, se trata de una cinta que ha envejecido mal, y pese a que tiene sus momentos (la aparición de esa especie de muertos vivientes en el castillo o la muerte de las dos vampiras por efecto de la luz del sol), es una lástima que las flaquezas acaben pesando más que los aciertos. En cualquier caso, algo hay que reconocer: los momentos de jocosidad involuntaria del film son de todo punto impagables (véase la muerte de Drácula, sin ir más lejos).


Lo reconozco: La sombra prohibida era seguramente lo que más me apetecía ver de todo el festival. Por desgracia, no puedo decir que la (relativa) decepción que me llevé se debiera a unas expectativas sobredimensionadas: la segunda parte de La herencia Valdemar es un film marcadamente irregular, eso salta a la vista y es innegable. Creo que su mayor defecto es la constatación de algo que, en mayor o menor medida, ya sospechábamos: las dos películas podrían perfectamente haberse fusionado en una sola y todos hubiéramos salido ganando. Lo malo es que, allá donde en la primera parte no había metraje de más y todo parecía más o menos ajustado a la historia, en esta segunda hay demasiadas secuencias y elementos que dan la impresión de sobrar (ese epílogo excesivamente explicativo, casi anticlimático), demasiadas escenas que no aportan nada más allá de una tensión cuyo desenlace ya conocemos de sobra (qué pena de flashbacks, sobre todo los que le cuenta Silvia Abascal a la gitana) y, en definitiva, una historia que no deja de sorprender dentro de su puntual torpeza narrativa, sobre todo habida cuenta de la eficacia casi modélica con que José Luís Alemán nos narró la trágica historia del matrimonio Valdemar en la primera parte. No sé a qué se debe este pequeño bajón en la calidad del binomio, pero no me extrañaría que las críticas encarnizadas (y creo que irracionales) a la primera parte hayan hecho su mella en Alemán, que en esta segunda parece haber querido contentar a todo el mundo menos a sí mismo. En cualquier caso, hay que reconocer que sigue siendo un film de una factura notable, muy entretenido, con más acción que su predecesor y, si bien yo creo que menos ambicioso a nivel artístico, un producto con un acabado bastante satisfactorio, en líneas generales. Sin duda, hay que rendirse a la evidencia de que el binomio La herencia Valdemar no ha acabado siendo "la gran obra del moderno cine fantasterrorífico español" que servidor esperaba... pero eso no es malo. A fin de cuentas, sigue siendo una piedra más en esa nueva cinematografía patria que ya lleva unos cuantos años construyéndose. Y eso nunca puede ser malo.


Me despido con una foto de servidor haciendo auto-photocall a las puertas del Auditori Melià. Mañana, más.

1 comentario: